22/04/2018, 15:56
Las palabras de Daruu hirieron a Ayame, pero el muchacho se mantuvo firme como la educación en el hielo y en el hierro que poco a poco había ido calando en él. Observó a Ayame con rabia, rabia porque en el fondo, esa actitud le hacía enfurecer. Pero trató también de respirar hondo y lento y de no sobresaltarse, porque sabía que tan sólo empeoraría las cosas. Fue una suerte que tuviera a Kori-sensei para servir de ejemplo.
—No, Ayame. —Daruu negó con la cabeza—. Yo no he dicho que no valgas para combatir. Lo que he dicho es que estás todo el rato juzgándote, y es lo que estás haciendo ahora mismo todavía.
»Pero tampoco voy a decirte lo contrario, ni a adularte cada vez que hagas algo bien. Porque entonces estoy satisfaciendo tus compulsiones. Buscas que te reconozcan, el placer instantáneo que eso te provocaría, para hundirte de nuevo más adelante. No pienso tratarte nunca mas como una niña consentida.
»Si quieres ser fuerte, trabaja duro y piensa en ti misma, no en los demás. Esa es la diferencia entre tú y yo, y Kori-sensei y tu padre, y hasta que no tengas ambición suficiente no superarás el techo de cristal que tú misma te has puesto.
—No, Ayame. —Daruu negó con la cabeza—. Yo no he dicho que no valgas para combatir. Lo que he dicho es que estás todo el rato juzgándote, y es lo que estás haciendo ahora mismo todavía.
»Pero tampoco voy a decirte lo contrario, ni a adularte cada vez que hagas algo bien. Porque entonces estoy satisfaciendo tus compulsiones. Buscas que te reconozcan, el placer instantáneo que eso te provocaría, para hundirte de nuevo más adelante. No pienso tratarte nunca mas como una niña consentida.
»Si quieres ser fuerte, trabaja duro y piensa en ti misma, no en los demás. Esa es la diferencia entre tú y yo, y Kori-sensei y tu padre, y hasta que no tengas ambición suficiente no superarás el techo de cristal que tú misma te has puesto.