22/04/2018, 19:43
Si los dos seguían vivos en un par de años, y decidían sentarse a tomar una cerveza para rememorar viejas anécdotas, tendrían que hablar de aquella vez en Yukio, y de sus aventuras para rescatar a Hibagon. Y de cómo Kaido había tomado la grandiosa decisión de abandonar la seguridad de su roca, aún y cuando su frente vestía la bandana que le identificaba como ninja de Amegakure. Él, desde luego, abogaría por una versión épica y vangloriada de su persona: que era plenamente consciente de aquel detalle y que no era sino parte de su plan majestuoso de escape el que aquellos atracadores se percataran de su condición de ninja.
Pero lo cierto es que no tenía ni puta idea. Sí, no se acordaba de que la tenía en la frente. ¿Qué grande, no?
—Es un ninja. ¡Mierda, nos han descubierto! ¡Le han contratado para cazarnos! ¡Matadle!
«Por las tetas de Yui-sama, la bandana! jodido idiota» —se recriminó, mientras veía a uno de los maleantes aproximándose hacia él.
Los otros dos, al unísono, trataron de rodearle. De no ser por Daruu que dejó el subterfugio para echarle la mano al tiburón, probablemente hubiera recibido aquel porrazo, pero la limpia de aquel flanco izquierdo le permitió reaccionar con antelación ante el movimiento de la porra, y esquivarla. Cuando el brazo descuidado del atacante le pasó al lado del pescuezo, se lo cogió en llave inversa, dándole la vuelta y tumbándolo en el suelo mientras le hincaba las rodillas por encima de la espina dorsal y las muñecas, suprimiéndolo en una presa.
Daruu, que le había rajado la garganta a uno de ellos, ahora enfrentaba la ira del último en pie, que se abalanzó suicida hacia el ninja. Sabía que no tenía posibilidad aún y cuando le había ganado un la posición tras darle un cabezazo, y Kaido, a su costado, se vio obligado a echarle —literalmente— una mano.
—¡Eramos cada vez menos y tú has matado a uno de los tres últimos, hijo de puta!
Porque de forma súbita, el brazo derecho del Gyojin pareció desprenderse a nivel de su codo tras un potente estallido presurizado de agua, y se abalanzó cual flecha hasta el costado del rostro del maleante. El cañón en el que se había convertido su extremidad le impactaría cual torpedo, estallando en agua y dejándolo lo suficientemente aturdido como para que Daruu pudiese actuar.
Pero lo cierto es que no tenía ni puta idea. Sí, no se acordaba de que la tenía en la frente. ¿Qué grande, no?
—Es un ninja. ¡Mierda, nos han descubierto! ¡Le han contratado para cazarnos! ¡Matadle!
«Por las tetas de Yui-sama, la bandana! jodido idiota» —se recriminó, mientras veía a uno de los maleantes aproximándose hacia él.
Los otros dos, al unísono, trataron de rodearle. De no ser por Daruu que dejó el subterfugio para echarle la mano al tiburón, probablemente hubiera recibido aquel porrazo, pero la limpia de aquel flanco izquierdo le permitió reaccionar con antelación ante el movimiento de la porra, y esquivarla. Cuando el brazo descuidado del atacante le pasó al lado del pescuezo, se lo cogió en llave inversa, dándole la vuelta y tumbándolo en el suelo mientras le hincaba las rodillas por encima de la espina dorsal y las muñecas, suprimiéndolo en una presa.
Daruu, que le había rajado la garganta a uno de ellos, ahora enfrentaba la ira del último en pie, que se abalanzó suicida hacia el ninja. Sabía que no tenía posibilidad aún y cuando le había ganado un la posición tras darle un cabezazo, y Kaido, a su costado, se vio obligado a echarle —literalmente— una mano.
—¡Eramos cada vez menos y tú has matado a uno de los tres últimos, hijo de puta!
Porque de forma súbita, el brazo derecho del Gyojin pareció desprenderse a nivel de su codo tras un potente estallido presurizado de agua, y se abalanzó cual flecha hasta el costado del rostro del maleante. El cañón en el que se había convertido su extremidad le impactaría cual torpedo, estallando en agua y dejándolo lo suficientemente aturdido como para que Daruu pudiese actuar.