23/04/2018, 11:34
Un proyectil acuático golpeó por la espalda al último de los atacantes en pie, haciéndole soltar el cuchillo y arrojándolo hacia Daruu. El muchacho se apartó de en medio y el bandido pasó a toda velocidad por delante de él, chocando contra una piedra. Cayó al suelo, malherido. Daruu se agachó y le aplicó su particular clemencia también a ese.
«¿Cuándo se ha vuelto tan fácil?», dudó Daruu después de rajarle el cuello al segundo bandolero. Y es que el mundo ninja, tarde o temprano, te roba algo de humanidad.
Porque ellos no hubieran dudado en rajarles el cuello, quizás con más sarna. A Daruu le dio un escalofrío.
Guardó su kunai en el mecanismo oculto y se acercó a Kaido, que apresaba al último de los bandidos con vida. Tenía el brazo descompuesto a la altura del codo, y ahora se regeneraba poco a poco. Daruu quedó embobado, con la boca abierta y señalándole.
—Tío, ¿has disparado... el brazo?
»¡Mierda, cuidado!
El hombretón de la porra se levantó de golpe, resistiendo la presa y enviando a Kaido hacia el techo para golpearlo contra las rocas de la cueva. En esas, también cogió la porra. Ahora sonreía y se golpeaba la palma de la mano contraria con ella, dirigiéndose lentamente hacia Daruu.
El muchacho evitó mirar hacia arriba.
Si el gordo creía que iba a matar a un Houzuki estampándolo contra unas estalactitas... lo tenía muy crudo.
—Estás jodidísimo, amigo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Eso me gustaría verlo, "amigo"!
—No, si verlo, no creo que lo veas venir. —Daruu se encogió de hombros.
—¿Huh?
«¿Cuándo se ha vuelto tan fácil?», dudó Daruu después de rajarle el cuello al segundo bandolero. Y es que el mundo ninja, tarde o temprano, te roba algo de humanidad.
Porque ellos no hubieran dudado en rajarles el cuello, quizás con más sarna. A Daruu le dio un escalofrío.
Guardó su kunai en el mecanismo oculto y se acercó a Kaido, que apresaba al último de los bandidos con vida. Tenía el brazo descompuesto a la altura del codo, y ahora se regeneraba poco a poco. Daruu quedó embobado, con la boca abierta y señalándole.
—Tío, ¿has disparado... el brazo?
»¡Mierda, cuidado!
El hombretón de la porra se levantó de golpe, resistiendo la presa y enviando a Kaido hacia el techo para golpearlo contra las rocas de la cueva. En esas, también cogió la porra. Ahora sonreía y se golpeaba la palma de la mano contraria con ella, dirigiéndose lentamente hacia Daruu.
El muchacho evitó mirar hacia arriba.
Si el gordo creía que iba a matar a un Houzuki estampándolo contra unas estalactitas... lo tenía muy crudo.
—Estás jodidísimo, amigo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Eso me gustaría verlo, "amigo"!
—No, si verlo, no creo que lo veas venir. —Daruu se encogió de hombros.
—¿Huh?