24/04/2018, 00:36
—Soooo, sooooo bonita —canturreó Pachan, mientras intentaba amilanar a una de sus yeguas que parecía haber visto de refilón a la araña de Yota—. pero vaya susto, quillo. Una araña que habla. ¿Es uno de tus experimentos, Hibana-san?
—Mal me temo que no, mi buen carruajero. Es todo mérito del ninja.
—Ya veo. Bueno, nadie deja de ser bienvenido al transporte de Pachan, pero trata de mantener a tu mascota lejos de los caballos. Pueden asustarse y tirar como locos del carromato. Ahora, acomódense, será un largo viaje. ¡Jaiá!
— No debes preocuparte, tranquilo. Es un animal, sí. Poco habitual, también, pero no es una salvaje sin educación
Subimos finalmente al carromato, posando nuestro culo cerca de la posición de Hibana y por detrás del tal Pachán, el cual lanzó un grito y los caballos empezaron a movernos, saliendo de aquella tranquila y relajada aldea rumbo a lo desconocido, adentrándonos todavía más al valle aquel de los truenos. La verdad es que no me apetecía nada tener que ver eso que vimos ayer de tan cerca como se presuponía que íbamos a hacerlo.
De hecho fue en mitad de aquel valle donde Pachan quiso romper el molesto silencio preguntandome por su tierra natal.
—Y; extranjero. ¿Qué te parece nuestra querida Kaminari hasta ahora? desde luego no tan verde y frondoso como el vuestro, pero como puedes ver, tenemos una fauna indudablemente más versátil. La gente suele saber poco de nosotros, con la desaparición de la ancestral Kumogakure y la rivalización de las nuevas potencias perdimos en algún momento la preponderancia cultural. Pero no por eso dejamos de ser un país con tanto por descubrir, y por ver. Pero pocos se animan a venir.
— Bueno, supongo que cada uno barre para casa — contesté ante la curiosidad del hombre — Pero lo cierto es que prefiero la tranquilidad que ofrecen los bosques de mi país. No está nada mal tu país, pero bueno, eso
Por Dios, tuve que ser demasiado correcto para no soltarle que su país no era para nada impresionante. Tan solo eran unas cuantas montañas arrejuntadas y unos cuantos relámpagos del demonio.
—Mal me temo que no, mi buen carruajero. Es todo mérito del ninja.
—Ya veo. Bueno, nadie deja de ser bienvenido al transporte de Pachan, pero trata de mantener a tu mascota lejos de los caballos. Pueden asustarse y tirar como locos del carromato. Ahora, acomódense, será un largo viaje. ¡Jaiá!
— No debes preocuparte, tranquilo. Es un animal, sí. Poco habitual, también, pero no es una salvaje sin educación
Subimos finalmente al carromato, posando nuestro culo cerca de la posición de Hibana y por detrás del tal Pachán, el cual lanzó un grito y los caballos empezaron a movernos, saliendo de aquella tranquila y relajada aldea rumbo a lo desconocido, adentrándonos todavía más al valle aquel de los truenos. La verdad es que no me apetecía nada tener que ver eso que vimos ayer de tan cerca como se presuponía que íbamos a hacerlo.
De hecho fue en mitad de aquel valle donde Pachan quiso romper el molesto silencio preguntandome por su tierra natal.
—Y; extranjero. ¿Qué te parece nuestra querida Kaminari hasta ahora? desde luego no tan verde y frondoso como el vuestro, pero como puedes ver, tenemos una fauna indudablemente más versátil. La gente suele saber poco de nosotros, con la desaparición de la ancestral Kumogakure y la rivalización de las nuevas potencias perdimos en algún momento la preponderancia cultural. Pero no por eso dejamos de ser un país con tanto por descubrir, y por ver. Pero pocos se animan a venir.
— Bueno, supongo que cada uno barre para casa — contesté ante la curiosidad del hombre — Pero lo cierto es que prefiero la tranquilidad que ofrecen los bosques de mi país. No está nada mal tu país, pero bueno, eso
Por Dios, tuve que ser demasiado correcto para no soltarle que su país no era para nada impresionante. Tan solo eran unas cuantas montañas arrejuntadas y unos cuantos relámpagos del demonio.
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
![[Imagen: dlinHLO.png]](https://i.imgur.com/dlinHLO.png)
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