25/04/2018, 22:23
El Uchiha contuvo una risilla maliciosa; de no ser porque estaban en medio de una importante misión, no habría tenido escrúpulos de pinchar a su compañero con alguna puya... Bienintencionada, claro.
Sea como fuere, Datsue acabó sin ideas y rindiéndose a lo que parecía inevitable; que para resolver el misterio tendrían que incurrir en la ayuda de Toritaka Jirō, el hijo mediano del señor de Rōkoku. Mientras el menor de los Hermanos del Desierto expresaba sus preocupaciones respecto al mapa —ilegible por el momento—, Akame aprovechó para pedirle a la criada, que ya parecía empezar a estar algo harta de los ninjas, que llamase a Jirō-dono. La muchacha asintió y desapareció tras las puertas interiores de la fortaleza.
—Bueno, tengamos en cuenta que es su hijo mediano. Probablemente sepa de qué trata todo esto, quizá incluso haya sido idea suya. Si no, ¿por qué iba a abordarnos de ese modo? Está claro que sabía que había algo extraño con el mapa.
Una vez expresado su contrapunto, Akame se limitó a esperar. La mano derecha la tembló ligeramente y tuvo que contener las ganas de encenderse un pitillo. «Estamos trabajando», se dijo.
Pocos minutos después, Toritaka Jirō volvió a escena. Su presencia parecía tan regia y sobria como antes, con aquel kimono verde esmeralda ondeando al viento matinal y sus ojos astutos sondeando la situación.
—Datsue-san, Akame-san —saludó a ambos con una inclinación de cabeza y una sonrisa triunfal en los labios—. Tengo entendido que han cambiado de parecer respecto a mi oferta.
Akame fue el primero en contestar.
—Así es, Jirō-dono. ¿Imagino que se trata de un ofrecimiento puramente desinteresado? —aventuró el jōnin, consciente de que se equivocaba.
El hijo mediano del señor Iekatsu soltó una carcajada extremadamente neutra; ni demasiado ruidosa como para considerarse descortés, ni demasiado forzada como para parecer insultante.
—En los asuntos de la corte todo tiene un precio. Si alguna vez alguien les dice lo contrario, es que está intentando engañarles —respondió sin perder la sonrisa—. Aunque estoy seguro de que, como ninjas, ustedes están familiarizados con las artes del subterfugio...
»En efecto, lo que les pido es que... Asesinen a alguien.
Akame alzó una de sus cejas tanto que creyó que iba a salírsele de la cara.
—No es necesario que me mire así, Akame-san —repuso rápidamente Jirō—. Esta persona que debe ser eliminada es un criminal de guerra y un enemigo del clan Toritaka.
Sea como fuere, Datsue acabó sin ideas y rindiéndose a lo que parecía inevitable; que para resolver el misterio tendrían que incurrir en la ayuda de Toritaka Jirō, el hijo mediano del señor de Rōkoku. Mientras el menor de los Hermanos del Desierto expresaba sus preocupaciones respecto al mapa —ilegible por el momento—, Akame aprovechó para pedirle a la criada, que ya parecía empezar a estar algo harta de los ninjas, que llamase a Jirō-dono. La muchacha asintió y desapareció tras las puertas interiores de la fortaleza.
—Bueno, tengamos en cuenta que es su hijo mediano. Probablemente sepa de qué trata todo esto, quizá incluso haya sido idea suya. Si no, ¿por qué iba a abordarnos de ese modo? Está claro que sabía que había algo extraño con el mapa.
Una vez expresado su contrapunto, Akame se limitó a esperar. La mano derecha la tembló ligeramente y tuvo que contener las ganas de encenderse un pitillo. «Estamos trabajando», se dijo.
Pocos minutos después, Toritaka Jirō volvió a escena. Su presencia parecía tan regia y sobria como antes, con aquel kimono verde esmeralda ondeando al viento matinal y sus ojos astutos sondeando la situación.
—Datsue-san, Akame-san —saludó a ambos con una inclinación de cabeza y una sonrisa triunfal en los labios—. Tengo entendido que han cambiado de parecer respecto a mi oferta.
Akame fue el primero en contestar.
—Así es, Jirō-dono. ¿Imagino que se trata de un ofrecimiento puramente desinteresado? —aventuró el jōnin, consciente de que se equivocaba.
El hijo mediano del señor Iekatsu soltó una carcajada extremadamente neutra; ni demasiado ruidosa como para considerarse descortés, ni demasiado forzada como para parecer insultante.
—En los asuntos de la corte todo tiene un precio. Si alguna vez alguien les dice lo contrario, es que está intentando engañarles —respondió sin perder la sonrisa—. Aunque estoy seguro de que, como ninjas, ustedes están familiarizados con las artes del subterfugio...
»En efecto, lo que les pido es que... Asesinen a alguien.
Akame alzó una de sus cejas tanto que creyó que iba a salírsele de la cara.
—No es necesario que me mire así, Akame-san —repuso rápidamente Jirō—. Esta persona que debe ser eliminada es un criminal de guerra y un enemigo del clan Toritaka.