29/04/2018, 20:31
El mayor de los Uchiha arqueó una ceja cuando su compadre dejó entrever que el trato sería mucho más jugoso para ellos si además incluyese una compensación monetaria. Estaba claro que a pesar de que la familia Toritaka era apenas una línea nobiliaria menor de Hi no Kuni, sus miembros se comportaban como señores feudales de pleno derecho; gente hecha a gobernar y no a ser gobernados, a demandar y no obtener un "no" por respuesta. Probablemente de estar Ichiro o Saburō en el lugar de Jirō, los ninjas ya habrían sido echados a patadas del castillo.
Pero no, claro. Porque el hijo mediano del señor Iekatsu había heredado su temple y su vista para los negocios.
—Sin duda es su imaginación, Datsue-san —aseveró el hombre, endureciendo su rostro con una expresión que pretendía infundir cautela a los dos shinobi—. Este es el trato que les propongo, y ya conocen las condiciones. Si no les parece bien siempre pueden pasarse el resto del día intentando resolver el misterio que les ha presentado mi padre... Aunque ahora yo imagino que sería sumamente decepcionante si mañana, al alba, se presentan ustedes con ese pergamino en blanco ante el señor de Rōkoku.
Akame chasqueó la lengua, molesto. El hijo mediano del señor Iekatsu les acababa de poner en un brete; desde luego que, probablemente, tenían otras opciones. Pero también estaba claro que un noble como Jirō no toleraría ser rechazado dos veces. Si no aceptaban el trato ahí y ahora, habrían quemado aquella carta para siempre.
Pero no, claro. Porque el hijo mediano del señor Iekatsu había heredado su temple y su vista para los negocios.
—Sin duda es su imaginación, Datsue-san —aseveró el hombre, endureciendo su rostro con una expresión que pretendía infundir cautela a los dos shinobi—. Este es el trato que les propongo, y ya conocen las condiciones. Si no les parece bien siempre pueden pasarse el resto del día intentando resolver el misterio que les ha presentado mi padre... Aunque ahora yo imagino que sería sumamente decepcionante si mañana, al alba, se presentan ustedes con ese pergamino en blanco ante el señor de Rōkoku.
Akame chasqueó la lengua, molesto. El hijo mediano del señor Iekatsu les acababa de poner en un brete; desde luego que, probablemente, tenían otras opciones. Pero también estaba claro que un noble como Jirō no toleraría ser rechazado dos veces. Si no aceptaban el trato ahí y ahora, habrían quemado aquella carta para siempre.