30/04/2018, 20:10
(Última modificación: 7/05/2018, 17:17 por Uchiha Akame.)
Ascua, Verano del año 218.
—Sí, y deme también una ración de dangos, por favor.
El amable tendero asintió con una sonrisa, pensando en los ryos que iba a ganarse con aquel inesperado cliente, y metió media docena de jugosos dangos recién hechos en una bolsa de papel de traza.
—¡Aquí tiene, shinobi-san! ¿Se le ofrece algo más? —preguntó, exultante, mientras le tendía la bolsa al muchacho de figura delgada, ojos negros, pelo corto y revuelto que la tomó con ambas manos para meterla en su mochila militar.
—No, gracias. Con esto tengo ya para un banquete —respondió educadamente el muchacho mientras se rascaba la nariz torcida con la mano libre y se colgaba la mochila a la espalda con ayuda de la otra—. ¿Cuánto es en total?
Casi frotándose las manos, el tendero del humilde puestito empezó a hacer cuentas de cabeza mientras con un lápiz iba tachando elementos de la improvisada lista que había hecho.
—Pues veamos... Dos botellas de agua mineral son tres ryos en total... Un paquete de pan de gambas, uno con cincuenta... ¡Ah, y el tabaco! Cinco con cincuenta... Más la ración de dangos, que son seis... ¡Dieciséis ryos, shinobi-san!
«Leñe, pues sí que es caro el tabaco aquí... Seguro que es por todo ese rollo de "lo ecológico". Espero que al menos sea verdad eso de que sabe mucho mejor», pensó el Uchiha mientras rebuscaba en uno de los bolsillos de su chaleco militar. Cuando dio con la cartera la abrió, sacando el importe exacto y dejándoselo al tendero sobre la repisa de madera del puesto.
—Dieciséis justos, ahí tiene. Gracias, buenos días.
—Gracias, gracias. Que pase usted un buen día, shinobi-san.
Akame se despidió del tendero con una inclinación de cabeza y se dio media vuelta para bajar la amplísima calle principal en dirección al río que veía frente a él, a apenas unos cinco minutos a pie bajando aquella misma avenida. Se trataba, nada más y nada menos, que del Río del Árbol Sagrado; con el ídem alzándose, gigantesco, en su centro.
«Vaya, pues sí que es impresionante. Datsue-kun no estaba exagerando cuando me habló del Árbol Sagrado...»