1/05/2018, 17:10
Y entonces, Hibagon apareció desde lo profundo de aquel bosque atizando el suelo a su alrededor y retumbando la ladera con cada paso que daba. Llevaba sendos osos nevados cargados sobre cada hombro como si se tratase de un no muy pesado saco de papas. Pom, pom, pom. Ya no le parecía sorprendente el que pudiera arrojarles a ellos por el camino rápido con apenas un meñique.
Tenía una fuerza extraordinaria.
—SEÑORES DISCULPAR. VEO QUE AL FINAL SALVAR SOLOS —dijo Hibagon con una amplia sonrisa de dientes amarillos—. YO ENCONTRAR CENA DE CAMINO.
—¿Cena?
Hibagon hinchó el pecho orgulloso, en el interín de que Kaido trataba de imaginar el sabor de un oso. Nunca había probado uno.
—YO PERFECCIONAR RECETA DE PIZZA. PLATO DE PIZZA DE OSO SER MEJOR OBRA DE HIBAGON.
—¿Y cómo coño cocinas carne de oso en una pizza?
—Eh... —Daruu cruzó una mirada con Kaido.
—PRIMERO, COGER CUCHILLO. LUEGO, CLAVAR CUCHILLO EN OSO. DESPUÉS, DESPELLEJAR OSO, LUEGO...
El escualo se llevó ambas manos a la boca para no reír a carcajada limpia. Sería una ofensa en toda regla, pero realmente le había causado gracia el sencillo método de Hibagon. Y no dudaba tampoco de que la hubiera perfeccionado, con la intención de sorprender gratamente a sus dos amigos, el señor azul y pelopincho, con una deliciosa pizza vanguardista que contuviera carne de oso. Fue sólo entonces que llegó a comprender que a pesar de todo, sentía cierto aprecio por Hibagon. Y eso era decir mucho.
Y es por esa razón que le costó oír la conversación que tuvo lugar después. Un intercambio de realidades que golpearía a ambos con la crudeza del mundo shinobi. Y es que Daruu, impacientado por permanecer en el lugar de los hechos, decidió que era el momento oportuno para hacer saber a Hibagon del peligro que corría si permanecía en las tierras de Yukio. No fue sencillo para él comprender el por qué los hombres buenos querrían hacerle daño aún y cuando los dos ninja se habían encargado del verdadero problema. Lo que no iba a poder entender es que el mundo era tan renuente con lo desconocido que, digan lo que digan, jamás les iban a convencer de que no era él, la bestia, el culpable; sino otros humanos. Era más sencillo apuntalar al Yeti.
Pero cuando Kaido estuvo seguro de que Hibagon liberaría toda su ira y pampampearía a todo Yukio, éste se mantuvo sereno y continuó abogando por lo que creía él era lo más importante: la pizza. Su obra maestra.
—¡Vale, vale, probaremos tu pizza! Ahora, por favor, ¿a dónde vamos? —dijo Daruu, comenzando a seguir a Hibagon. Kaido hizo lo propio, también.
—A CASA DE VERANO DE HIBAGON.
—¿Sabes que una casa de verano debe estar en un lugar cálido, no Hibagon? —pero entonces cayó en cuenta que cualquier lugar ligeramente caliente sería como un hogar veraniego para él. Quizás, una caverna llena de hornos improvisados, o... —. ey, ¿a dónde vamos?
Tenía una fuerza extraordinaria.
—SEÑORES DISCULPAR. VEO QUE AL FINAL SALVAR SOLOS —dijo Hibagon con una amplia sonrisa de dientes amarillos—. YO ENCONTRAR CENA DE CAMINO.
—¿Cena?
Hibagon hinchó el pecho orgulloso, en el interín de que Kaido trataba de imaginar el sabor de un oso. Nunca había probado uno.
—YO PERFECCIONAR RECETA DE PIZZA. PLATO DE PIZZA DE OSO SER MEJOR OBRA DE HIBAGON.
—¿Y cómo coño cocinas carne de oso en una pizza?
—Eh... —Daruu cruzó una mirada con Kaido.
—PRIMERO, COGER CUCHILLO. LUEGO, CLAVAR CUCHILLO EN OSO. DESPUÉS, DESPELLEJAR OSO, LUEGO...
El escualo se llevó ambas manos a la boca para no reír a carcajada limpia. Sería una ofensa en toda regla, pero realmente le había causado gracia el sencillo método de Hibagon. Y no dudaba tampoco de que la hubiera perfeccionado, con la intención de sorprender gratamente a sus dos amigos, el señor azul y pelopincho, con una deliciosa pizza vanguardista que contuviera carne de oso. Fue sólo entonces que llegó a comprender que a pesar de todo, sentía cierto aprecio por Hibagon. Y eso era decir mucho.
Y es por esa razón que le costó oír la conversación que tuvo lugar después. Un intercambio de realidades que golpearía a ambos con la crudeza del mundo shinobi. Y es que Daruu, impacientado por permanecer en el lugar de los hechos, decidió que era el momento oportuno para hacer saber a Hibagon del peligro que corría si permanecía en las tierras de Yukio. No fue sencillo para él comprender el por qué los hombres buenos querrían hacerle daño aún y cuando los dos ninja se habían encargado del verdadero problema. Lo que no iba a poder entender es que el mundo era tan renuente con lo desconocido que, digan lo que digan, jamás les iban a convencer de que no era él, la bestia, el culpable; sino otros humanos. Era más sencillo apuntalar al Yeti.
Pero cuando Kaido estuvo seguro de que Hibagon liberaría toda su ira y pampampearía a todo Yukio, éste se mantuvo sereno y continuó abogando por lo que creía él era lo más importante: la pizza. Su obra maestra.
—¡Vale, vale, probaremos tu pizza! Ahora, por favor, ¿a dónde vamos? —dijo Daruu, comenzando a seguir a Hibagon. Kaido hizo lo propio, también.
—A CASA DE VERANO DE HIBAGON.
—¿Sabes que una casa de verano debe estar en un lugar cálido, no Hibagon? —pero entonces cayó en cuenta que cualquier lugar ligeramente caliente sería como un hogar veraniego para él. Quizás, una caverna llena de hornos improvisados, o... —. ey, ¿a dónde vamos?