2/05/2018, 16:47
—Maldita sea, y que lo digas —dijo Akame, dándole la razón a su compadre—. Aunque empiezo a pensar que todo este lío no ha sido cosa del viejo, precisamente...
Ambos ninjas caminaban por el sendero de tierra que se alejaba del castillo para internarse en en la parte humilde de Rōkoku —esto es, todo lo que no se encontrara dentro de los muros de la fortaleza Toritaka—, y el mayor de los Uchiha observaba la pobreza rampante a su alrededor. Hombres, mujeres y niños visiblemente mugrientos y necesitados. Nadie parecía preocuparse por ellos; eran como piezas invisibles en el paisaje para la gente que vivía al abrigo de los altos muros de piedra de la fortaleza.
—Piénsalo. ¿Para qué demonios nos iba a poner un acertijo así? —siguió diciendo Akame—. Coño, somos jōnin. Ya ha pagado una pasta por contratarnos, ¿qué tendría que ganar el señor Iekatsu haciéndonos pasar esta estúpida prueba? —él, sin embargo, tenía otra teoría—. Creo que todo esto ha sido idea de Jirō, su plan desde el principio. Meh, vamos a matar a un preso fugado de gran relevancia, y él ni siquiera tendrá que mancharse las manos.
Akame no podía evitar sentirse engañado. Puede que ellos fuesen los shinobi allí, los expertos en el subterfugio, pero el hijo mediano de Iekatsu acababa de darles una buena lección sobre cómo se manipula de verdad a alguien. El Uchiha negó con la cabeza.
—Ni siquiera forma parte de la misión, ni vamos a cobrar por ello. ¡Leñe, si tampoco sabemos por qué delito estaba condenado!
Ambos ninjas caminaban por el sendero de tierra que se alejaba del castillo para internarse en en la parte humilde de Rōkoku —esto es, todo lo que no se encontrara dentro de los muros de la fortaleza Toritaka—, y el mayor de los Uchiha observaba la pobreza rampante a su alrededor. Hombres, mujeres y niños visiblemente mugrientos y necesitados. Nadie parecía preocuparse por ellos; eran como piezas invisibles en el paisaje para la gente que vivía al abrigo de los altos muros de piedra de la fortaleza.
—Piénsalo. ¿Para qué demonios nos iba a poner un acertijo así? —siguió diciendo Akame—. Coño, somos jōnin. Ya ha pagado una pasta por contratarnos, ¿qué tendría que ganar el señor Iekatsu haciéndonos pasar esta estúpida prueba? —él, sin embargo, tenía otra teoría—. Creo que todo esto ha sido idea de Jirō, su plan desde el principio. Meh, vamos a matar a un preso fugado de gran relevancia, y él ni siquiera tendrá que mancharse las manos.
Akame no podía evitar sentirse engañado. Puede que ellos fuesen los shinobi allí, los expertos en el subterfugio, pero el hijo mediano de Iekatsu acababa de darles una buena lección sobre cómo se manipula de verdad a alguien. El Uchiha negó con la cabeza.
—Ni siquiera forma parte de la misión, ni vamos a cobrar por ello. ¡Leñe, si tampoco sabemos por qué delito estaba condenado!