3/05/2018, 12:12
La puerta del restaurante se abrió. Por la manera de andar —y de resollar como si hubiese venido corriendo— supo que se trataba de Ayame. Daruu sonrió como un idiota y esperó a que le viera, saludándole con energía desde lejos. Pero en su lugar, la muchacha se dirigió al mostrador cuando la camarera llamó su atención.
—¡Aquí, aquí! —saludó.
Ayame se dirigió hacia él con pasos de cervatillo. La chica iba vestida con una camiseta de color azul con un cinturón oscuro y una falda de color negro. Casi parecía que había traducido su uniforme ninja a lenguaje civil.
Pero para él estaba bien. A él le gustaba así. Daruu se levantó.
—¡Daruu-kun! Lo siento... me perdí un poco por el camino.
Daruu la abrazó.
—No pasa nada —dijo él—. Aquél día iba con tanta prisa que se me olvidó decirte si conocías el sitio. Oye —declaró, separándose y cogiéndola por los hombros—. Estás guapísima.
»¿No habías venido nunca aquí?
—¡Aquí, aquí! —saludó.
Ayame se dirigió hacia él con pasos de cervatillo. La chica iba vestida con una camiseta de color azul con un cinturón oscuro y una falda de color negro. Casi parecía que había traducido su uniforme ninja a lenguaje civil.
Pero para él estaba bien. A él le gustaba así. Daruu se levantó.
—¡Daruu-kun! Lo siento... me perdí un poco por el camino.
Daruu la abrazó.
—No pasa nada —dijo él—. Aquél día iba con tanta prisa que se me olvidó decirte si conocías el sitio. Oye —declaró, separándose y cogiéndola por los hombros—. Estás guapísima.
»¿No habías venido nunca aquí?