3/05/2018, 12:54
—¿Es que a ese hombre no le gusta nada bueno, o qué? —rio Daruu, poniendo los ojos en blanco—. Venga, entremos. Seguro que a ti si te gusta.
La guió hacia el mostrador, donde la camarera, que había estado esperando a que terminaran su conversación, les dirigió hasta una mesa con sofá y les tendió dos cartas.
—¿De beber? —les preguntó.
—Una Amecola, por favor —pidió Daruu.
—Para mí agua, por favor —añadió Ayame, con una afable sonrisa.
Cuando la mujer se retiró después de tomarles nota, Ayame cogió la carta y comenzó a hojearla con interés. Daruu se inclinó hacia ella en la mesa.
—¡Quería invitarte durante el combate, pero al final no me dio tiempo antes de que me ganaras! —dijo, guiñándole un ojo.
Y Ayame no supo si reír o llorar.
—Un momento un poco extraño para una proposición así. ¿Pretendías dejarme inconsciente y entonces invitarme? —bromeó, con una carcajada. Pero enseguida torció el gesto. Después del numerito que había formado en el hospital, una semana atrás, no se sentía con derecho a expresar su alegría o celebrar su victoria, aunque por dentro se sentía orgullosa como hacía tiempo no se había sentido. Ella, que consideraba a Daruu su mayor rival y al que admiraba profundamente, había conseguido vencerle en combate. Aunque una vocecilla malvada no tardó en recordarle que su compañero se encontraba aún convaleciente por la pérdida de sus ojos—. Oye, ¿te encuentras bien? Lo siento si me pasé durante el entrenamiento...
La guió hacia el mostrador, donde la camarera, que había estado esperando a que terminaran su conversación, les dirigió hasta una mesa con sofá y les tendió dos cartas.
—¿De beber? —les preguntó.
—Una Amecola, por favor —pidió Daruu.
—Para mí agua, por favor —añadió Ayame, con una afable sonrisa.
Cuando la mujer se retiró después de tomarles nota, Ayame cogió la carta y comenzó a hojearla con interés. Daruu se inclinó hacia ella en la mesa.
—¡Quería invitarte durante el combate, pero al final no me dio tiempo antes de que me ganaras! —dijo, guiñándole un ojo.
Y Ayame no supo si reír o llorar.
—Un momento un poco extraño para una proposición así. ¿Pretendías dejarme inconsciente y entonces invitarme? —bromeó, con una carcajada. Pero enseguida torció el gesto. Después del numerito que había formado en el hospital, una semana atrás, no se sentía con derecho a expresar su alegría o celebrar su victoria, aunque por dentro se sentía orgullosa como hacía tiempo no se había sentido. Ella, que consideraba a Daruu su mayor rival y al que admiraba profundamente, había conseguido vencerle en combate. Aunque una vocecilla malvada no tardó en recordarle que su compañero se encontraba aún convaleciente por la pérdida de sus ojos—. Oye, ¿te encuentras bien? Lo siento si me pasé durante el entrenamiento...