3/05/2018, 22:03
El hombre de la familia se sentó en el lado opuesto de la mesa en la misma posición que Eri y la miró muy serio. El perro grande se tumbó tras él y Stuffy se tumbó al lado de Eri, esperando su ración de mimos y caricias. Finalmente, cuando tuvo la seguridad de que su mujer no iba a aparecer porque se estaba peleando con Nabi habló.
— Bueno, Eri-chan, ¿para cuando vais a tener niños? Porque mi moza quiere nietos cuanto antes, no es por presionaros pero tú no te preocupes, podréis seguir con vuestra vida de ninjas, me los dejáis por aquí para que ella se entretenga y ya. Si fuera por mi, yo le hacía un par de niños más suyos y todos tan felices, pero... bueno, ya sabes lo que pasó con el parto de Nabi. Si es que ese niño no ha hecho más que liarla desde el principio.
La puerta corredera se abrió de golpe, desvelando a la pelirroja que era la mujer de la casa, y el hombre, con una naturalidad que no había heredado su hijo, siguió hablando como si tal cosa.
— Entonces añades un poco más de perejil y la metes en el horno y te queda una pizza que no tiene ni punto de comparación con la que hacen en los restaurantes estos de comida basura de ahora. Sobretodo, JAMÁS le eches cebolla a la carbonara. Eso sería sacrilegio y tendría que mandarte a todo el clan Inuzuka a destruir ese engendro de la naturaleza.
La Uzumaki se acercó a su marido y le apretó el hombro con firmeza.
— Ya veo que estás otra vez soltándole un sermón. Podrías haberle servido algo a la pobre muchacha, encima que la enredas para escuchar tus paranoias.
— Ya sabes que no soy tan pulcro y detallista como tú, cariño.
La puerta se volvió a abrir, esta vez desvelando a un castaño repeinado metido en un yukata negro con un obi carmesí atado a la cintura. Parecía claramente contrariado con todo en general.
— Pero, qué, coño, es, esto.
No parecía una pregunta, ni siquiera una oración, solo unas palabras escupidas juntas. El padre de Nabi aprovecharía la distracción de su esposa para mirar a Eri y dedicarle una mirada de "Recuerda lo que hemos hablado" y le levantaba el pulgar con una sonrisa.
— ¿Donde está mi camiseta de "Mírame al ojo"? ¿Sabes cuanto he tardado en saber que tenía que ponerme esta sabana?
— No exageres, si te lo has puesto bien y todo.
Antes de que pudiese quejarse más, la mujer ya le estaba arrastrando mientras iba diciendo que dejase de quejarse y que ya se lo agradecería más tarde. En su arrastre por toda la habitación, la Uzumaki recogió a Eri y a ambos los dejó en la puerta de la casa. Stuffy intentó acompañarles, pero la mujer lo cazó antes de que pudiese escaparse.
— Pero... Stuffy... ¿me vas a dejar solita con estos dos salvajes? ¡Tienes que quedarte a protegerme!
Levanté una ceja. Si alguien necesitaba protección en esa casa, esa no era ella. Pero el muy animal se lo tragó entero, dejó de revolverse y ladró afirmativamente. Yo era ingenuo, PERO ESE PERRO ERA TONTO. Mi padre había salido detrás nuestro con su parsimonia natural, me soltó unos pocos de dineros y me deseo buena suerte.
Estaba más perdido que un amenio en el desierto. Me giré a mirar a Eri y me quedé aún más perplejo, mis sentidos no estaban preparados para tanta belleza.
— Vaya, Eri-chan, estás preciosa.
Miré los dineros que tenía en la mano, miré a Eri y recordé que esos días había habido mucho barullo en la villa. ¿No era la feria de verano? Tardé unos segundos en atar cabos.
— Bueno... ¿tenías algún plan?
— Bueno, Eri-chan, ¿para cuando vais a tener niños? Porque mi moza quiere nietos cuanto antes, no es por presionaros pero tú no te preocupes, podréis seguir con vuestra vida de ninjas, me los dejáis por aquí para que ella se entretenga y ya. Si fuera por mi, yo le hacía un par de niños más suyos y todos tan felices, pero... bueno, ya sabes lo que pasó con el parto de Nabi. Si es que ese niño no ha hecho más que liarla desde el principio.
La puerta corredera se abrió de golpe, desvelando a la pelirroja que era la mujer de la casa, y el hombre, con una naturalidad que no había heredado su hijo, siguió hablando como si tal cosa.
— Entonces añades un poco más de perejil y la metes en el horno y te queda una pizza que no tiene ni punto de comparación con la que hacen en los restaurantes estos de comida basura de ahora. Sobretodo, JAMÁS le eches cebolla a la carbonara. Eso sería sacrilegio y tendría que mandarte a todo el clan Inuzuka a destruir ese engendro de la naturaleza.
La Uzumaki se acercó a su marido y le apretó el hombro con firmeza.
— Ya veo que estás otra vez soltándole un sermón. Podrías haberle servido algo a la pobre muchacha, encima que la enredas para escuchar tus paranoias.
— Ya sabes que no soy tan pulcro y detallista como tú, cariño.
La puerta se volvió a abrir, esta vez desvelando a un castaño repeinado metido en un yukata negro con un obi carmesí atado a la cintura. Parecía claramente contrariado con todo en general.
— Pero, qué, coño, es, esto.
No parecía una pregunta, ni siquiera una oración, solo unas palabras escupidas juntas. El padre de Nabi aprovecharía la distracción de su esposa para mirar a Eri y dedicarle una mirada de "Recuerda lo que hemos hablado" y le levantaba el pulgar con una sonrisa.
— ¿Donde está mi camiseta de "Mírame al ojo"? ¿Sabes cuanto he tardado en saber que tenía que ponerme esta sabana?
— No exageres, si te lo has puesto bien y todo.
Antes de que pudiese quejarse más, la mujer ya le estaba arrastrando mientras iba diciendo que dejase de quejarse y que ya se lo agradecería más tarde. En su arrastre por toda la habitación, la Uzumaki recogió a Eri y a ambos los dejó en la puerta de la casa. Stuffy intentó acompañarles, pero la mujer lo cazó antes de que pudiese escaparse.
— Pero... Stuffy... ¿me vas a dejar solita con estos dos salvajes? ¡Tienes que quedarte a protegerme!
Levanté una ceja. Si alguien necesitaba protección en esa casa, esa no era ella. Pero el muy animal se lo tragó entero, dejó de revolverse y ladró afirmativamente. Yo era ingenuo, PERO ESE PERRO ERA TONTO. Mi padre había salido detrás nuestro con su parsimonia natural, me soltó unos pocos de dineros y me deseo buena suerte.
Estaba más perdido que un amenio en el desierto. Me giré a mirar a Eri y me quedé aún más perplejo, mis sentidos no estaban preparados para tanta belleza.
— Vaya, Eri-chan, estás preciosa.
Miré los dineros que tenía en la mano, miré a Eri y recordé que esos días había habido mucho barullo en la villa. ¿No era la feria de verano? Tardé unos segundos en atar cabos.
— Bueno... ¿tenías algún plan?
—Nabi—
![[Imagen: 23uv4XH.gif]](https://i.imgur.com/23uv4XH.gif)