7/05/2018, 01:11
—Hecho, aquí vamos —dijo, mientras cogía concentración para dominar los movimientos de su clon.
El mizu bunshin siguió a hurtadillas por el costado izquierdo de los árboles, inclinándose hasta la pendiente en la que se encontraba el tipo del martillo. Tal y como lo había sugerido el Uzujin, Kaido tenía la intención de encargarse de tipo mientras que él buscaba lidiar con la mujer. Vaya división de responsabilidades, pensaría el gyojin, teniendo en cuenta que el mayor problema de ambos era, a simple vista, el hombre y el fuego que invocaba a través de su arma.
Pero se armó de valor, excitado por el inminente enfrentamiento y aguardó hasta el momento preciso en el que la distracción fuera inexorablemente efectiva.
Y es que a su modo de ver, había sólo una opción: Inmovilizar al tipo.
El clon realizó desde la clandestinidad una serie de sellos en un parpadeo y atizó el suelo que rodeaba a los contrincantes con una gelatinosa masa acuática que ingobernable, evitaría los movimientos de aquellos dos enemigos. Así pues, a la espera de la actuación del clon de Riko y de la efectividad del mizuame Nabara, el Kaido real contó hasta cinco desde la altura y una vez estuviese seguro de su siguiente movimiento, dio la señal de mando.
«¡Ahora, Riko!»
Un simple gesto con los dedos que figurativamente apuntaban al enemigo, daría luz verde a Riko para que ambos tomasen nuevamente el protagonismo.
· PV:–
· CK:–
El mizu bunshin siguió a hurtadillas por el costado izquierdo de los árboles, inclinándose hasta la pendiente en la que se encontraba el tipo del martillo. Tal y como lo había sugerido el Uzujin, Kaido tenía la intención de encargarse de tipo mientras que él buscaba lidiar con la mujer. Vaya división de responsabilidades, pensaría el gyojin, teniendo en cuenta que el mayor problema de ambos era, a simple vista, el hombre y el fuego que invocaba a través de su arma.
Pero se armó de valor, excitado por el inminente enfrentamiento y aguardó hasta el momento preciso en el que la distracción fuera inexorablemente efectiva.
Y es que a su modo de ver, había sólo una opción: Inmovilizar al tipo.
El clon realizó desde la clandestinidad una serie de sellos en un parpadeo y atizó el suelo que rodeaba a los contrincantes con una gelatinosa masa acuática que ingobernable, evitaría los movimientos de aquellos dos enemigos. Así pues, a la espera de la actuación del clon de Riko y de la efectividad del mizuame Nabara, el Kaido real contó hasta cinco desde la altura y una vez estuviese seguro de su siguiente movimiento, dio la señal de mando.
«¡Ahora, Riko!»
Un simple gesto con los dedos que figurativamente apuntaban al enemigo, daría luz verde a Riko para que ambos tomasen nuevamente el protagonismo.
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180/180
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162/180