28/08/2015, 17:55
(Última modificación: 28/08/2015, 18:00 por Aotsuki Ayame.)
Daruu le dedicó una grácil reverencia ante el despliegue de su técnica, y Ayame no pudo evitar reírse por lo bajo. Aquello no impidió que la conversación se quedara congelada en el tiempo cuando ambos se sumergieron en un relajado silencio. Un silencio que Ayame no tardó en romper con aquella nueva pregunta adornada como exclamación.
Estaba en lo cierto. Las habilidades de Daruu eran propias de un Kekkei Genkai similar al que poseía su hermano. Sin embargo, al contrario que él, no era el hielo lo que controlaba, sino la madera. Y aún más lejos de eso, y lo que verdaderamente le maravilló, fue el hecho de que podía crear vida.
—Hala... —murmuró, extasiada ante sus palabras—. Crear vida de esa manera... ¡Es como si fueras un dios de las plantas! —se rio, alegremente.
No estaba segura hasta dónde llegaba el poder de su compañero, pero sólo había que mirar allá en el horizonte, contemplar los viejos sauces llorones bajo los que se había resguardado tantas veces sin saber que eran fruto de la técnica de otra persona, para imaginarse hasta dónde podría llegar Daruu si entrenaba su dominio sobre aquel Kekkei Genkai. Era, sin duda, algo maravilloso.
«¿Y yo? ¿Qué seré capaz de hacer yo?» Se preguntaba, mirándose las manos.
Daruu la sacó de sus pensamientos con un giro en la conversación. Hablaba del Ninjutsu como si fuera algo más que un arma, como si fuera arte en sí mismo. Ayame no pudo evitar torcer el gesto ante la comparativa con la cocina y el Ninjutsu, pero esperó hasta que su compañero terminó de hablar para intervenir ella.
—Bueno, con la diferencia de que con la cocina no matas a nadie, supongo —se rio, con cierto nerviosismo, pero un escalofrío había recorrido su espina dorsal como un calambre. Volvió a quedarse algunos segundos en silencio, aquella vez pensativa, pero entonces volvió a intervenir mirándole directamente—. ¿Por qué te hiciste ninja, Daruu-san?
Estaba en lo cierto. Las habilidades de Daruu eran propias de un Kekkei Genkai similar al que poseía su hermano. Sin embargo, al contrario que él, no era el hielo lo que controlaba, sino la madera. Y aún más lejos de eso, y lo que verdaderamente le maravilló, fue el hecho de que podía crear vida.
—Hala... —murmuró, extasiada ante sus palabras—. Crear vida de esa manera... ¡Es como si fueras un dios de las plantas! —se rio, alegremente.
No estaba segura hasta dónde llegaba el poder de su compañero, pero sólo había que mirar allá en el horizonte, contemplar los viejos sauces llorones bajo los que se había resguardado tantas veces sin saber que eran fruto de la técnica de otra persona, para imaginarse hasta dónde podría llegar Daruu si entrenaba su dominio sobre aquel Kekkei Genkai. Era, sin duda, algo maravilloso.
«¿Y yo? ¿Qué seré capaz de hacer yo?» Se preguntaba, mirándose las manos.
Daruu la sacó de sus pensamientos con un giro en la conversación. Hablaba del Ninjutsu como si fuera algo más que un arma, como si fuera arte en sí mismo. Ayame no pudo evitar torcer el gesto ante la comparativa con la cocina y el Ninjutsu, pero esperó hasta que su compañero terminó de hablar para intervenir ella.
—Bueno, con la diferencia de que con la cocina no matas a nadie, supongo —se rio, con cierto nerviosismo, pero un escalofrío había recorrido su espina dorsal como un calambre. Volvió a quedarse algunos segundos en silencio, aquella vez pensativa, pero entonces volvió a intervenir mirándole directamente—. ¿Por qué te hiciste ninja, Daruu-san?