8/05/2018, 01:37
Entonces, al otro de la puerta apareció, por suerte, Ayame. Con la inocencia como careta y evidentemente sorprendida por la presencia del escualo. Kaido continuó sonriendo y atendió a la pregunta de la guardiana como quien se siente ligeramente ofendido y también, poco bienvenido. Aunque si a él se le apareciese una gamba parlante a la sorpresa en la puerta de su casa, probablemente tendría la misma reacción.
Nada que objetar.
—¡Kaido-san! ¿Qué haces aquí?
—Pues he venido a visitarte, Ayame. ¿y qué otra cosa sino? —dijo, como si fuese algo evidente. Después de todo, estaba frente a su puerta y no la de nadie más—. es que no te veía desde ... ya tu sabes, y bueno, me preguntaba qué tal estabas. Y como iba de paso por el barrio...
Alzó los pies de puntilla y echó el ojo por encima de Ayame, a ver si alguien más asomaba el pescuezo.
—¿Te pillo en mal momento?
Nada que objetar.
—¡Kaido-san! ¿Qué haces aquí?
—Pues he venido a visitarte, Ayame. ¿y qué otra cosa sino? —dijo, como si fuese algo evidente. Después de todo, estaba frente a su puerta y no la de nadie más—. es que no te veía desde ... ya tu sabes, y bueno, me preguntaba qué tal estabas. Y como iba de paso por el barrio...
Alzó los pies de puntilla y echó el ojo por encima de Ayame, a ver si alguien más asomaba el pescuezo.
—¿Te pillo en mal momento?