8/05/2018, 18:38
Uchiha Datsue se había obligado a madrugar aquella mañana para ir bien preparado. Una breve ducha para despejarse, un fuerte desayuno para no flaquear a medio camino del viaje, y una breve recolocación de su armamento. Tras darle vueltas aquella noche, había llegado a la conclusión de que no era la manera más eficiente de llevar las cosas. Por tanto, selló algunos objetos en un pergamino pequeño —unas bombas de aceite y el comunicador avanzado— para liberar espacio en su chaleco y portaobjetos para cosas más importantes.
También se peinó para la ocasión, con unas trenzas mohicanas en cada lateral de la cabeza además de su habitual moño, y se anudó el brazalete con la placa identificativa de jōnin en el brazo izquierdo, dejando al descubierto la Marca del Hierro de su otro hombro.
—¡Vamos allá! —había exclamado Datsue, todavía en la posada, con un humor mucho más bueno de lo normal teniendo en cuenta la hora que era.
Poco tardaron en adentrarse en las fauces de la fortaleza, donde serían recibidos por la mujer de ojos dorados y su particular guardia personal. Era curioso, aquella mujer le había gustado tanto a primera vista como le había disgustado en cuanto había abierto la boca. No era para menos: sus palabras casi habían provocado su muerte.
—El placer es mío, Akechi-dono —se obligó a responder, con una ligera reverencia de cabeza. «¿Ha dicho la dama de Iekatsu? Imagino que se refiere a una mera acompañante y no… Joder, con estos nobles nunca se sabe». Se aseguraría de preguntarle a Akame después, a ver qué opinaba—. No se preocupe —agregó, ante el nuevo comentario de Tome—, mi compañero y yo estamos más que capacitados para este encargo. El viaje se producirá sin el menor incidente —prometió. Uchiha Datsue estaba acostumbrado a realizar promesas que no podía cumplir.
También se peinó para la ocasión, con unas trenzas mohicanas en cada lateral de la cabeza además de su habitual moño, y se anudó el brazalete con la placa identificativa de jōnin en el brazo izquierdo, dejando al descubierto la Marca del Hierro de su otro hombro.
—¡Vamos allá! —había exclamado Datsue, todavía en la posada, con un humor mucho más bueno de lo normal teniendo en cuenta la hora que era.
Poco tardaron en adentrarse en las fauces de la fortaleza, donde serían recibidos por la mujer de ojos dorados y su particular guardia personal. Era curioso, aquella mujer le había gustado tanto a primera vista como le había disgustado en cuanto había abierto la boca. No era para menos: sus palabras casi habían provocado su muerte.
—El placer es mío, Akechi-dono —se obligó a responder, con una ligera reverencia de cabeza. «¿Ha dicho la dama de Iekatsu? Imagino que se refiere a una mera acompañante y no… Joder, con estos nobles nunca se sabe». Se aseguraría de preguntarle a Akame después, a ver qué opinaba—. No se preocupe —agregó, ante el nuevo comentario de Tome—, mi compañero y yo estamos más que capacitados para este encargo. El viaje se producirá sin el menor incidente —prometió. Uchiha Datsue estaba acostumbrado a realizar promesas que no podía cumplir.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado