9/05/2018, 10:49
(Última modificación: 9/05/2018, 10:49 por Amedama Daruu.)
Cuando Kaido mencionó el camino rápido y el lago, Daruu tragó saliva y sintió que se mareaba. Si el Yeti decidía lanzar a alguno de los dos al vacío, de seguro que acababan muertos.
—De todas formas, no me sorprende. Un ser como él no habría sobrevivido tanto tiempo si no se tratase de un tipo resolutivo. Seguramente habrá sido un muy buen samurái antes de que ese carámbano le jodiera la puta vida. ¿Recordará algo de su pasado, acaso?
—¿Tú crees...?
En ese momento, una enorme deflagración salió de unos diez metros al oeste, en otro cubículo en ruinas. Las llamas sacudieron el aire como una bailarina mortal.
—Esto... ¿el horno? —adivinó Daruu.
Resultó ser que la pizza de oso de Hibagon no sólo estaba buena, sino que era de lo mejor que había probado Daruu en cuestión de ingredientes. Llevaba tomate y carne, faltaba el queso, pero era sorprendente como Hibagon había conseguido lograr una pizza que, aunque, amorfa, cumplía todas las necesidades de una cena como Dios manda.
—¿QUÉ OPINAR? —dijo Hibagon al ver la cara de Daruu después de dar el primer bocado, hinchando el pecho con orgullo y cruzándose de brazos.
—Hibagon, esto está buenísimo —aseguró Daruu—. Otro día tenemos que probarlo añadiéndole queso. Aportando mi granito de arena.
—VALE. TÚ APORTAR COSAS. PERO NO ARENA. QUÉ ASCO DAR. —Hibagon le sacó la lengua.
Daruu no pudo evitar estallar en una carcajada ante la literalidad demostradísima de Hibagon.
—¿QUÉ?
—Nada, nada.
—¿TÚ REÍR? PAM PAM EN EL COCO E.
—¡No, no Hibagon, no por favor! ¡Era broma! —Daruu se cruzó de brazos cuando la bestia se levantó de golpe y recortó la distancia que les separaba de dos grandes zancadas.
—JA, JA. SER BROMA. SEÑOR PELOPINCHO AMIGO.
Daruu suspiró, con el corazón latiéndole a mil por hora. Entonces...
—Esperad, ¿oís eso?
Lejos, el rumor de unos alaridos retumbaba entre las montañas. Como si mucha gente se hubiera reunido para discutir y enfadarse. Daruu activó su Byakugan y registró el horizonte...
—¡Oh, no! ¡Hibagon, vienen a por ti! Mierda, pero si no se iban a reunir todavía... Ay, ay, ¿QUÉ HACEMOS?
—PAM PAM. —Hibagon se dio la vuelta y se plantó frente a ellos, en la dirección en la que venían las voces—. YO PROTEGER AMIGOS.
—¡No, Hibagon! N... no podemos hacer pam pam a esta gente.
—De todas formas, no me sorprende. Un ser como él no habría sobrevivido tanto tiempo si no se tratase de un tipo resolutivo. Seguramente habrá sido un muy buen samurái antes de que ese carámbano le jodiera la puta vida. ¿Recordará algo de su pasado, acaso?
—¿Tú crees...?
En ese momento, una enorme deflagración salió de unos diez metros al oeste, en otro cubículo en ruinas. Las llamas sacudieron el aire como una bailarina mortal.
—Esto... ¿el horno? —adivinó Daruu.
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Resultó ser que la pizza de oso de Hibagon no sólo estaba buena, sino que era de lo mejor que había probado Daruu en cuestión de ingredientes. Llevaba tomate y carne, faltaba el queso, pero era sorprendente como Hibagon había conseguido lograr una pizza que, aunque, amorfa, cumplía todas las necesidades de una cena como Dios manda.
—¿QUÉ OPINAR? —dijo Hibagon al ver la cara de Daruu después de dar el primer bocado, hinchando el pecho con orgullo y cruzándose de brazos.
—Hibagon, esto está buenísimo —aseguró Daruu—. Otro día tenemos que probarlo añadiéndole queso. Aportando mi granito de arena.
—VALE. TÚ APORTAR COSAS. PERO NO ARENA. QUÉ ASCO DAR. —Hibagon le sacó la lengua.
Daruu no pudo evitar estallar en una carcajada ante la literalidad demostradísima de Hibagon.
—¿QUÉ?
—Nada, nada.
—¿TÚ REÍR? PAM PAM EN EL COCO E.
—¡No, no Hibagon, no por favor! ¡Era broma! —Daruu se cruzó de brazos cuando la bestia se levantó de golpe y recortó la distancia que les separaba de dos grandes zancadas.
—JA, JA. SER BROMA. SEÑOR PELOPINCHO AMIGO.
Daruu suspiró, con el corazón latiéndole a mil por hora. Entonces...
—Esperad, ¿oís eso?
Lejos, el rumor de unos alaridos retumbaba entre las montañas. Como si mucha gente se hubiera reunido para discutir y enfadarse. Daruu activó su Byakugan y registró el horizonte...
—¡Oh, no! ¡Hibagon, vienen a por ti! Mierda, pero si no se iban a reunir todavía... Ay, ay, ¿QUÉ HACEMOS?
—PAM PAM. —Hibagon se dio la vuelta y se plantó frente a ellos, en la dirección en la que venían las voces—. YO PROTEGER AMIGOS.
—¡No, Hibagon! N... no podemos hacer pam pam a esta gente.