10/05/2018, 01:58
Atrás de todo, un águila rapaz le vigilaba. A él y a su cría. Aotsuki Zetsuo vislumbraba a través del pasillo y agobiaba a Kaido con su presencia, que transmitía plena disposición en cortar su cabeza de un tajo si es que venía a secuestrar a su hija. Kaido le sonrió desde atrás, nervioso, y luego atendió a la elocuente respuesta de Ayame con un nervioso asentir.
—¡Oh, no, no! ¡Estaba terminando de desayunar! —el gyojin gesticulaba con el rostro a medida que ella hablaba, con lo músculos tensados—. Pero me alegra verte por aquí... Hay algo importante que quería hablar contigo. ¿Me dejas un minuto?
—Claro, cómo no. Te espero —dijo. Luego tragó saliva, y le dio mil vueltas a eso de que Ayame quería hablar de algo importante con él. ¿Qué cosa sería? ¿sabría ella algo de? ... no, no había forma. Sacudió la cabeza, mientras el jounin acortaba distancia, aprovechando la ausencia de su promigénita. Kaido le vio desde lo bajo y le plantó cara como solía hacer siempre, aunque sus huevos iban haciéndose cada vez más pequeños, como cuando una fría ventisca se entromete sin haber sido invitada entre sus calzoncillos.
—Umikiba, qué sorpresa verte por aquí. No he olvidado tu inestimable ayuda en la guarida de los Kajitsu. Tan sólo espero que sigas... igual de fiel.
—Zetsuo-san, no lo ponga en duda —respondió, en alegato a su fidelidad—. no encontrarás un Hōzuki más fiel que yo. Bueno, aunque no es que queden muchos, ¿verdad? —bromeó. Y vaya mala broma, porque aunque se hubieran cargado a un buen puñado de ellos, aún existían miembros que con sus subterfugios, podían hacer mucho daño al clan. Y al otro lado de la balanza, estaba Yui, evidentemente. Nada más y nada menos que la mismísima Arashikage—. y que su hija, claro.
Y hablando del rey de Yamiria ...
—¡Ya estoy lista!
—Intenta no meterte en más líos, niña. Ya nos conocemos.
—¡Jo, que no lo haré! —protestó Ayame, con un pequeño mohín—. Luego vuelvo. ¡Vámonos, Kaido-san!
—Patrón, ha sido un gustazo verle. Salúdeme a Kori-kun, ¿ok? —hizo el ademán de seguir a Ayame— ¡Adiós!
Así pues, y una vez que ambos se encontrasen a salvo de la inescrutable presencia de Zetsuo, Kaido apostaría por iniciar una conversación casual.
—Bueno, ¿y cómo estás tú, mujer? —preguntó—. lo último que supe de ti fue por boca del bueno de Daruu. Me dijo que no parabas de entrenar con tu papá, y tal; y que le era difícil pillarte libre. ¿Te has hecho más fuerte, entonces?
—¡Oh, no, no! ¡Estaba terminando de desayunar! —el gyojin gesticulaba con el rostro a medida que ella hablaba, con lo músculos tensados—. Pero me alegra verte por aquí... Hay algo importante que quería hablar contigo. ¿Me dejas un minuto?
—Claro, cómo no. Te espero —dijo. Luego tragó saliva, y le dio mil vueltas a eso de que Ayame quería hablar de algo importante con él. ¿Qué cosa sería? ¿sabría ella algo de? ... no, no había forma. Sacudió la cabeza, mientras el jounin acortaba distancia, aprovechando la ausencia de su promigénita. Kaido le vio desde lo bajo y le plantó cara como solía hacer siempre, aunque sus huevos iban haciéndose cada vez más pequeños, como cuando una fría ventisca se entromete sin haber sido invitada entre sus calzoncillos.
—Umikiba, qué sorpresa verte por aquí. No he olvidado tu inestimable ayuda en la guarida de los Kajitsu. Tan sólo espero que sigas... igual de fiel.
—Zetsuo-san, no lo ponga en duda —respondió, en alegato a su fidelidad—. no encontrarás un Hōzuki más fiel que yo. Bueno, aunque no es que queden muchos, ¿verdad? —bromeó. Y vaya mala broma, porque aunque se hubieran cargado a un buen puñado de ellos, aún existían miembros que con sus subterfugios, podían hacer mucho daño al clan. Y al otro lado de la balanza, estaba Yui, evidentemente. Nada más y nada menos que la mismísima Arashikage—. y que su hija, claro.
Y hablando del rey de Yamiria ...
—¡Ya estoy lista!
—Intenta no meterte en más líos, niña. Ya nos conocemos.
—¡Jo, que no lo haré! —protestó Ayame, con un pequeño mohín—. Luego vuelvo. ¡Vámonos, Kaido-san!
—Patrón, ha sido un gustazo verle. Salúdeme a Kori-kun, ¿ok? —hizo el ademán de seguir a Ayame— ¡Adiós!
Así pues, y una vez que ambos se encontrasen a salvo de la inescrutable presencia de Zetsuo, Kaido apostaría por iniciar una conversación casual.
—Bueno, ¿y cómo estás tú, mujer? —preguntó—. lo último que supe de ti fue por boca del bueno de Daruu. Me dijo que no parabas de entrenar con tu papá, y tal; y que le era difícil pillarte libre. ¿Te has hecho más fuerte, entonces?