11/05/2018, 03:57
Qué se le iba a hacer. Así era Kaido, un insolente de nacimiento. Ya maldecía en el vientre y sacaba el dedo medio durante los últimos tres meses de gestación. Que llamase a Zetsuo patrón, o tuteara al Hielo de Kori era un juego de niños. Por ello sonrió, a sabiendas de que nuevamente, se salía con la suya.
Continuó caminando, y así también la casual y a su vez no tan casual conversación.
—Bueno, estoy entrenando, eso es cierto. Pero no con mi padre, aunque sí es cierto que le he pedido ayuda alguna vez. Pero tengo que hacerme mucho más fuerte para que no vuelva a pasar algo como con los Kajitsu y para cumplir mi objetivo, así que hasta el momento he estado entrenando por mi cuenta, con mi hermano y con Daruu-kun. Aunque seguro que tú tampoco te habrás quedado de brazos cruzados, imagino. No pareces de ese tipo de personas —añadió, mirándole directamente con una ligera sonrisa.
—¿Yo? pues algo he entrenado, sí. No puedo decir que tanto como hubiera querido, pero al menos no me dejé engordar en el sofá —sonrió, elocuente—. también aproveché para hacer un par de misiones y poco más. Del resto, hacer el tonto con Nokomizuchi mientras le pongo algo de empeño al tema del Kenjutsu, que después de aquello, y ver como alguno de esos cabrones usaban las espadas, le fui pillando el gusto. ¿Ves? incluso ese tipo de experiencias siempre te deja algo bueno.
En una de esas, se detuvo y apoyó en alguno de los barandales cercanos.
—Y ésto no sé si es bueno o no —indagó de pronto, reflexivo, con la mirada perdida en la lluvia—. pero después de todo ese jaleo tan turbio en el que nos sumimos para rescatarte, comencé a ver con más claridad algunas cosas. Como por ejemplo, que hoy por hoy me siento más Hōzuki de lo que me sentía antes de cortar a uno de los nuestros en dos con su propia espada. Es bastante irónico eso, ¿no crees? ¿pero quién está de lado correcto, entonces? ¿seré yo?
Soltó una risilla nerviosa, burlándose de su propia y enigmática tribulación. No esperaba que Ayame comprendiera nada, pues ella realmente no debía sentirse una Hōzuki. Ella era una Aotsuki, después de todo.
Continuó caminando, y así también la casual y a su vez no tan casual conversación.
—Bueno, estoy entrenando, eso es cierto. Pero no con mi padre, aunque sí es cierto que le he pedido ayuda alguna vez. Pero tengo que hacerme mucho más fuerte para que no vuelva a pasar algo como con los Kajitsu y para cumplir mi objetivo, así que hasta el momento he estado entrenando por mi cuenta, con mi hermano y con Daruu-kun. Aunque seguro que tú tampoco te habrás quedado de brazos cruzados, imagino. No pareces de ese tipo de personas —añadió, mirándole directamente con una ligera sonrisa.
—¿Yo? pues algo he entrenado, sí. No puedo decir que tanto como hubiera querido, pero al menos no me dejé engordar en el sofá —sonrió, elocuente—. también aproveché para hacer un par de misiones y poco más. Del resto, hacer el tonto con Nokomizuchi mientras le pongo algo de empeño al tema del Kenjutsu, que después de aquello, y ver como alguno de esos cabrones usaban las espadas, le fui pillando el gusto. ¿Ves? incluso ese tipo de experiencias siempre te deja algo bueno.
En una de esas, se detuvo y apoyó en alguno de los barandales cercanos.
—Y ésto no sé si es bueno o no —indagó de pronto, reflexivo, con la mirada perdida en la lluvia—. pero después de todo ese jaleo tan turbio en el que nos sumimos para rescatarte, comencé a ver con más claridad algunas cosas. Como por ejemplo, que hoy por hoy me siento más Hōzuki de lo que me sentía antes de cortar a uno de los nuestros en dos con su propia espada. Es bastante irónico eso, ¿no crees? ¿pero quién está de lado correcto, entonces? ¿seré yo?
Soltó una risilla nerviosa, burlándose de su propia y enigmática tribulación. No esperaba que Ayame comprendiera nada, pues ella realmente no debía sentirse una Hōzuki. Ella era una Aotsuki, después de todo.