12/05/2018, 12:53
—¿En ella? ¿A qué te refieres? —replicó Akame, receloso—. Yo he visto lo mismo que tú, Datsue-kun. No parece una persona de la que fiarse.
Rápidamente el jōnin se calló, como si pretendiese que el silencio le serviría para cambiar de tema. «Por todos los dioses habidos y por haber, lo estoy haciendo jodidamente mal. Si pretendo que Datsue-kun no se dé cuenta de que tengo algo que ver con Kunie-sensei, esto es definitivamente penoso... ¡Maldita sea!» Su maestra le había instruído, tiempo atrás, sobre el arte del engaño y el disimulo. ¿Por qué entonces le costaba tanto ponerlo en práctica?
Sea como fuere, la comitiva prosiguió hasta salir de Rōkoku. Akame lo agradeció. La imagen que allí se habían encontrado —que, por otra parte, no era algo que no hubiesen visto en otras ciudades como Tane-Shigai, Yamiria o Tanzaku Gai— le había dejado un inexplicable mal sabor de boca. «La plebe, viviendo entre el fango, sale a vitorear a los que les esclavizan y se aprovechan de su trabajo...»
—Pues... Medio día, según parece. Deberíamos llegar a la hora del almuerzo —contestó el Uchiha a su compadre, sin siquiera consultar el mapa. Se había pasado la noche, entre otras cosas, estudiándolo... Y pensando cómo iban a hacer para eliminar a Makoto Masaru, a esas alturas probablemente ya ordenado monje, sin liarla demasiado.
—¿Alguna idea? —musitó el jōnin a su compañero, bajando considerablemente la voz—. Deberíamos hacer que... Parezca un accidente.
Rápidamente el jōnin se calló, como si pretendiese que el silencio le serviría para cambiar de tema. «Por todos los dioses habidos y por haber, lo estoy haciendo jodidamente mal. Si pretendo que Datsue-kun no se dé cuenta de que tengo algo que ver con Kunie-sensei, esto es definitivamente penoso... ¡Maldita sea!» Su maestra le había instruído, tiempo atrás, sobre el arte del engaño y el disimulo. ¿Por qué entonces le costaba tanto ponerlo en práctica?
Sea como fuere, la comitiva prosiguió hasta salir de Rōkoku. Akame lo agradeció. La imagen que allí se habían encontrado —que, por otra parte, no era algo que no hubiesen visto en otras ciudades como Tane-Shigai, Yamiria o Tanzaku Gai— le había dejado un inexplicable mal sabor de boca. «La plebe, viviendo entre el fango, sale a vitorear a los que les esclavizan y se aprovechan de su trabajo...»
—Pues... Medio día, según parece. Deberíamos llegar a la hora del almuerzo —contestó el Uchiha a su compadre, sin siquiera consultar el mapa. Se había pasado la noche, entre otras cosas, estudiándolo... Y pensando cómo iban a hacer para eliminar a Makoto Masaru, a esas alturas probablemente ya ordenado monje, sin liarla demasiado.
—¿Alguna idea? —musitó el jōnin a su compañero, bajando considerablemente la voz—. Deberíamos hacer que... Parezca un accidente.