13/05/2018, 17:13
—Estuve una vez, pero hace un par de años. Habrá sido en el 215, no recuerdo con exactitud —respondió—. Bonita tierra, sí, aunque jodidamente sobrepoblada.
Ayame, hundió ligeramente los hombros. Había estado estudiando con detenimiento el rostro de Kaido y sus facciones a la hora de responder a su pregunta, pero no vio en él ningún atisbo de duda, ningún atisbo de alarma, ni ningún atisbo de mentira que pudiera levantar sus sospechas.
«Entonces, si es cierto lo que dice... No estuvo allí el día del concurso de música.» Meditó, frunciendo el ceño mientras repasaba en su cabeza las palabras de Uchiha Datsue.
El Tiburón se apoyó contra la barandilla, aparentemente relajado.
—Entonces, conociste a Uchiha Datsue, el Intrépido.
Ayame asintió. Quedaba claro que ambos se conocían.
—Así le gusta llamarse, el muy bastardo. Y dime, ¿sigue igual de creído o ya dejo atrás sus delirios de grandeza? La última vez que le vi fue en La Capital, allá en los mares de Mizu no Kuni. Ya luego en el torneo no acabé cruzándomelo, aunque dicen que su pelea con Daruu fue bastante vistosa.
—Sí, ambos quedaron empatados. Y teniendo en cuenta lo fuerte que es Daruu-kun, debe ser un oponente formidable. Y con ese Sharingan, además... —siseó entre dientes, claramente irritada.
Recordaba a la perfección su humillante derrota a manos de Uchiha Akame, pero ahora se le había sumado además la sucia astucia de Uchiha Datsue y todas las jugarretas que le había hecho. A cada cual, más peligrosa que la anterior. Miró de reojo a Kaido, a sabiendas de que en aquellos momentos estaba desfilando sobre una cuerda floja. Él y Datsue se conocían. Y, por las palabras de Kaido, no parecía que le cayera precisamente mal. Y lo que ella estaba a punto de revelar era algo bastante fuerte. Su compañero no parecía ser un tipo demasiado sensible para que le afectaran habladurías sin sentido, pero esas habladurías estaban atentando contra su honor directamente...
Tenía que andarse con tacto. ¿Pero qué tipo de tacto podía tener con un tema así?
Al final, terminó por suspirar.
—Te voy a ser sincera, Kaido-san. Necesitaba hablar esto contigo porque cuando me encontré con él, él me habló de ti. Y no fue algo precisamente... agradable —confesó, mirándole por debajo de las pestañas, terriblemente seria.
Ayame, hundió ligeramente los hombros. Había estado estudiando con detenimiento el rostro de Kaido y sus facciones a la hora de responder a su pregunta, pero no vio en él ningún atisbo de duda, ningún atisbo de alarma, ni ningún atisbo de mentira que pudiera levantar sus sospechas.
«Entonces, si es cierto lo que dice... No estuvo allí el día del concurso de música.» Meditó, frunciendo el ceño mientras repasaba en su cabeza las palabras de Uchiha Datsue.
El Tiburón se apoyó contra la barandilla, aparentemente relajado.
—Entonces, conociste a Uchiha Datsue, el Intrépido.
Ayame asintió. Quedaba claro que ambos se conocían.
—Así le gusta llamarse, el muy bastardo. Y dime, ¿sigue igual de creído o ya dejo atrás sus delirios de grandeza? La última vez que le vi fue en La Capital, allá en los mares de Mizu no Kuni. Ya luego en el torneo no acabé cruzándomelo, aunque dicen que su pelea con Daruu fue bastante vistosa.
—Sí, ambos quedaron empatados. Y teniendo en cuenta lo fuerte que es Daruu-kun, debe ser un oponente formidable. Y con ese Sharingan, además... —siseó entre dientes, claramente irritada.
Recordaba a la perfección su humillante derrota a manos de Uchiha Akame, pero ahora se le había sumado además la sucia astucia de Uchiha Datsue y todas las jugarretas que le había hecho. A cada cual, más peligrosa que la anterior. Miró de reojo a Kaido, a sabiendas de que en aquellos momentos estaba desfilando sobre una cuerda floja. Él y Datsue se conocían. Y, por las palabras de Kaido, no parecía que le cayera precisamente mal. Y lo que ella estaba a punto de revelar era algo bastante fuerte. Su compañero no parecía ser un tipo demasiado sensible para que le afectaran habladurías sin sentido, pero esas habladurías estaban atentando contra su honor directamente...
Tenía que andarse con tacto. ¿Pero qué tipo de tacto podía tener con un tema así?
Al final, terminó por suspirar.
—Te voy a ser sincera, Kaido-san. Necesitaba hablar esto contigo porque cuando me encontré con él, él me habló de ti. Y no fue algo precisamente... agradable —confesó, mirándole por debajo de las pestañas, terriblemente seria.