13/05/2018, 18:17
—Mira, si algo tiene Datsue, es que le encanta hablar. Adora pregonarse y así también calentarte el oído con absurdos en el proceso. Es normal que a veces se le vaya la olla —comentó Kaido, pero Ayame arrugó aún más el entrecejo.
«Lo que no es normal es inventar unos rumores así sobre otra persona... Sobre todo si esa persona es precisamente un amigo tuyo.» Completó en su fuero interno, esforzándose por mantener la respiración controlada. Sin demasiados resultados. Se estaba enervando, y eso que la cosa no iba con ella.
O, al menos, no directamente.
—Pero bueno, ¿qué ha sido eso tan poco agradable que te ha contado el hijoputa? —preguntó Kaido, curioso e inocente en su ignorancia.
Y Ayame volvió a mirarle de soslayo, y antes de continuar hablando echó una ojeada a su alrededor, asegurándose de que no hubiera ningún oído indiscreto en las cercanías.
—Me dijo que estaba de misión con una compañera suya en Tane-Shigai. No me dijo ningún nombre, así que no sé quién podría ser —completó, encogiéndose de hombros. E hizo una breve pausa. Porque esa era la parte más fácil del relato. Ahora venía lo verdaderamente difícil. ¿Cómo contar aquello sin que se sintiera atacado? Era imposible... Por eso tendría que mirar al Tiburón de frente y enfrentarle cara a cara—. Esa compañera suya se fue a los baños termales de la ciudad y... entonces... alguien... le robó la ropa interior...
Volvió a interrumpirse momentáneamente, estudiando de nuevo la reacción en el rostro de Kaido. Ayame volvió a respirar hondo, cuadrando los hombros y reuniendo el escaso valor que sentía al tener que enfrentar aquello de aquella forma.
—Me contó que rastrearon el olor de su propia ropa, y que el rastro les llevó a un pequeño motel pegado a la muralla de la ciudad. Y en una de las habitaciones de ese motel... Te vieron a ti. Con la ropa interior de esa chica.
Lo soltó de golpe, casi atropelladamente, y para cuando terminó tenía el rostro rojo como un tomate.
¿Pero cuál sería la reacción de su compañero? ¿Era posible que no la creyera? ¿Quizás sería violenta y lo pagaría con ella? ¿O a lo mejor buscaba su propia venganza?
Por si acaso, la muchacha le observó con cuidado.
«Lo que no es normal es inventar unos rumores así sobre otra persona... Sobre todo si esa persona es precisamente un amigo tuyo.» Completó en su fuero interno, esforzándose por mantener la respiración controlada. Sin demasiados resultados. Se estaba enervando, y eso que la cosa no iba con ella.
O, al menos, no directamente.
—Pero bueno, ¿qué ha sido eso tan poco agradable que te ha contado el hijoputa? —preguntó Kaido, curioso e inocente en su ignorancia.
Y Ayame volvió a mirarle de soslayo, y antes de continuar hablando echó una ojeada a su alrededor, asegurándose de que no hubiera ningún oído indiscreto en las cercanías.
—Me dijo que estaba de misión con una compañera suya en Tane-Shigai. No me dijo ningún nombre, así que no sé quién podría ser —completó, encogiéndose de hombros. E hizo una breve pausa. Porque esa era la parte más fácil del relato. Ahora venía lo verdaderamente difícil. ¿Cómo contar aquello sin que se sintiera atacado? Era imposible... Por eso tendría que mirar al Tiburón de frente y enfrentarle cara a cara—. Esa compañera suya se fue a los baños termales de la ciudad y... entonces... alguien... le robó la ropa interior...
Volvió a interrumpirse momentáneamente, estudiando de nuevo la reacción en el rostro de Kaido. Ayame volvió a respirar hondo, cuadrando los hombros y reuniendo el escaso valor que sentía al tener que enfrentar aquello de aquella forma.
—Me contó que rastrearon el olor de su propia ropa, y que el rastro les llevó a un pequeño motel pegado a la muralla de la ciudad. Y en una de las habitaciones de ese motel... Te vieron a ti. Con la ropa interior de esa chica.
Lo soltó de golpe, casi atropelladamente, y para cuando terminó tenía el rostro rojo como un tomate.
¿Pero cuál sería la reacción de su compañero? ¿Era posible que no la creyera? ¿Quizás sería violenta y lo pagaría con ella? ¿O a lo mejor buscaba su propia venganza?
Por si acaso, la muchacha le observó con cuidado.