15/05/2018, 00:21
Tras la emotiva muestra de afecto en forma de promesa, los muchachos —y el Abominable— caminaron buscando un lugar más despejado de árboles durante un rato, todos un poco más tristes; el que más, por supuesto, Hibagon. Aunque Kaido y Daruu también lo estaban, no será difícil entender que la presencia de Hibagon era mucho mejor dosificada en pequeñas gotas. Si uno trataba de beberse un vaso entero de pam pams y de caminos rápidos, explotaba. En algunos imaginarios que se me ocurren, literalmente.
El bosque se abrió al llano típico del País de la Tormenta, y comenzó a caer una ligera llovizna. A la izquierda quedaban las Montañas del País de la Tierra, y al frente, la senda de regreso a Ame. Ambos bandos del grupo supieron al instante hacia dónde tendrían que partir cuando se separasen.
—BUENO, SER DIVERTIDO.
—Y peligroso —insistió Daruu.
—PERO DIVERTIDO AL FIN Y AL CAZO.
Daruu rio.
—¿Al fin y al cabo?
—AL FIN Y AL CABO.
El Yeti avanzó un poco en dirección a las montañas y les dirigió una última mirada girando el torso.
—VENIR. O PAM PAM E.
Daruu asintió.
—O pam pam pam.
Hibagon negó con la cabeza.
—SI YO HACER PAM PAM PAM, PROBABLEMENTE TU MORIR. —Las palabras de Hibagon podían interpretarse de muchas maneras, y es cierto que Daruu sintió un escalofrío, pero en verdad ya debéis conocer suficiente a este gran y peludo amigo como para saber que lo que decía no era más que una terrible y sincera verdad sin filtros.
»BUENO. ADIÓS, SEÑOR PELOPINCHO. ADIÓS, SEÑOR AZUL.
—Adiós, Hibagon. Viaja seguro hasta los Dojos, por favor —dijo Daruu, un poco apenado en realidad. Se despidió de él con la mano mientras se alejaba.
Suspiró, cuando Hibagon no era más que un punto blanco a lo lejos.
—Bueno, pues ya está —dijo—. ¿Crisis resuelta?
El bosque se abrió al llano típico del País de la Tormenta, y comenzó a caer una ligera llovizna. A la izquierda quedaban las Montañas del País de la Tierra, y al frente, la senda de regreso a Ame. Ambos bandos del grupo supieron al instante hacia dónde tendrían que partir cuando se separasen.
—BUENO, SER DIVERTIDO.
—Y peligroso —insistió Daruu.
—PERO DIVERTIDO AL FIN Y AL CAZO.
Daruu rio.
—¿Al fin y al cabo?
—AL FIN Y AL CABO.
El Yeti avanzó un poco en dirección a las montañas y les dirigió una última mirada girando el torso.
—VENIR. O PAM PAM E.
Daruu asintió.
—O pam pam pam.
Hibagon negó con la cabeza.
—SI YO HACER PAM PAM PAM, PROBABLEMENTE TU MORIR. —Las palabras de Hibagon podían interpretarse de muchas maneras, y es cierto que Daruu sintió un escalofrío, pero en verdad ya debéis conocer suficiente a este gran y peludo amigo como para saber que lo que decía no era más que una terrible y sincera verdad sin filtros.
»BUENO. ADIÓS, SEÑOR PELOPINCHO. ADIÓS, SEÑOR AZUL.
—Adiós, Hibagon. Viaja seguro hasta los Dojos, por favor —dijo Daruu, un poco apenado en realidad. Se despidió de él con la mano mientras se alejaba.
Suspiró, cuando Hibagon no era más que un punto blanco a lo lejos.
—Bueno, pues ya está —dijo—. ¿Crisis resuelta?