31/08/2015, 16:59
Sintió un golpe en la puerta de la casa, un golpe seco, no como los anteriores que habían hecho los perros al arañar la superficie de madera, así que Eri, gracias a su sueño ligero, se levantó rápidamente del sofá donde se encontraba, alarmando así al perro que dormitaba a sus pies y hacer que éste adoptara una posición defensiva. La kunoichi del remolino se acercó lentamente, cargando un poco de chackra en su mano izquierda, ahora cerrada en un puño, y abrió poco a poco la puerta.
-¿Pero qué...?
La joven de cabellos azules no se encontró a una jauría de perros, si no a su mejor amigo desmayado frente a la puerta, Eri disminuyó la cantidad de chackra acumulado en su mano izquierda hasta reducirla a cero y tomó al Uchiha entre sus brazos como pudo, sin embargo la kunoichi no tenía mucha fuerza como para coger el peso muerto de su compañero inconsciente, así que cruzó ambos brazos por la cintura del chico y lo arrastró hasta la habitación del rubio. Fue una tarea un poco difícil para la joven debido a su escasa estatura, sin embargo manejó lo suficientemente bien la situación para dejarle recostado encima de la cama. Eri salió del cuarto y cerró la puerta con rapidez, entonces suspiró y tomó un minuto para pensar.
''¿Qué habrá pasado para que Nabi haya vuelto así?''
Pero no podía quedarse quieta pensando, tenía que observar que le había ocurrido al Uchiha y tratarlo cuanto antes, así que fue directamente hasta la habitación y colocó al chico boca arriba en su cama. Estaba empapado de agua, y su típica ropa tenía rasguños por todos lados. La chica de cabellos azules tocó su frente en busca de una temperatura elevada, pero la temperatura corporal del chico era normal, así que aliviada, buscó de nuevo por su cuerpo algún golpe o rasguño, que encontró en su pierna derecha. Se llevó una mano a la boca, asustada, el rasguño resultaba ser un gran raspón que se extendía desde la rodilla hasta la mitad de su pierna bajando por el comienzo del rasguño, y no dejaba de emanar sangre, aunque en pequeñas dosis, si no paraba le iba a pasar factura. Buscó donde había dejado su kit médico para poder curar la herida del rubio, encontrándolo encima de la mesa, y rápidamente quiso ponerse manos a la obra.
Pero por desgracia las ropas del chico dificultaban la tarea de curar la herida, por lo que Eri, abochornada por lo que iba a hacer, decidió quitarle las prendas al chico y sustituirlas por otras nuevas, así que con carmín adornándole las mejillas, tomó primero las sandalias ninja, luego los pantalones del chico, agradeciendo a quién quiera que no haya mojado su ropa interior, y por último tomó las ropas del torso del Uchiha, tomando las muñequeras, y por último la camiseta. Pero tal fue la sorpresa de la kunoichi al fijarse en la espalda del joven cuando tomó su parte superior que cayó al suelo impresionada, dejando el cuerpo del rubio caer en un golpe seco contra el colchón. Una gran marca reposaba en la espalda del joven, un símbolo, el del propio clan del rubio, grabada a fuego. Eri quedó anonadada y por un par de minutos permaneció en esa posición, asustada.
''¿Por qué Nabi no me enseñó eso...?''
Una lagrima rebelde se escapó de su ojo izquierdo, y eso hizo a la joven volver en sí, ya que tenía que encargarse todavía de la herida de Nabi, así que cogiendo todo lo necesario, desinfectó y limpió la herida, así como la vendó terminando su trabajo, quedando la mitad baja de la pierna cubierta por vendas que se tiñeron de rojo con el paso de los segundos. Eri aprovechó y tomó un pantalón del chico, poniéndoselo para que no se pensase ideas que no eran, y echó una de las sábanas que reposaban al lado de su cama por encima del cuerpo del joven.
Suspiró, su trabajo acababa de concluir, solo necesitaba reposo. Miró la hora, cerca de la hora del almuerzo. Suspiró de nuevo, y decidiendo salir para dejar al rubio con su intimidad, decidió usurpar su cocina para descubrir qué podía hacer de comer al Uchiha, con Mike pisándole los talones allá donde fuese la peliazul.
-¿Pero qué...?
La joven de cabellos azules no se encontró a una jauría de perros, si no a su mejor amigo desmayado frente a la puerta, Eri disminuyó la cantidad de chackra acumulado en su mano izquierda hasta reducirla a cero y tomó al Uchiha entre sus brazos como pudo, sin embargo la kunoichi no tenía mucha fuerza como para coger el peso muerto de su compañero inconsciente, así que cruzó ambos brazos por la cintura del chico y lo arrastró hasta la habitación del rubio. Fue una tarea un poco difícil para la joven debido a su escasa estatura, sin embargo manejó lo suficientemente bien la situación para dejarle recostado encima de la cama. Eri salió del cuarto y cerró la puerta con rapidez, entonces suspiró y tomó un minuto para pensar.
''¿Qué habrá pasado para que Nabi haya vuelto así?''
Pero no podía quedarse quieta pensando, tenía que observar que le había ocurrido al Uchiha y tratarlo cuanto antes, así que fue directamente hasta la habitación y colocó al chico boca arriba en su cama. Estaba empapado de agua, y su típica ropa tenía rasguños por todos lados. La chica de cabellos azules tocó su frente en busca de una temperatura elevada, pero la temperatura corporal del chico era normal, así que aliviada, buscó de nuevo por su cuerpo algún golpe o rasguño, que encontró en su pierna derecha. Se llevó una mano a la boca, asustada, el rasguño resultaba ser un gran raspón que se extendía desde la rodilla hasta la mitad de su pierna bajando por el comienzo del rasguño, y no dejaba de emanar sangre, aunque en pequeñas dosis, si no paraba le iba a pasar factura. Buscó donde había dejado su kit médico para poder curar la herida del rubio, encontrándolo encima de la mesa, y rápidamente quiso ponerse manos a la obra.
Pero por desgracia las ropas del chico dificultaban la tarea de curar la herida, por lo que Eri, abochornada por lo que iba a hacer, decidió quitarle las prendas al chico y sustituirlas por otras nuevas, así que con carmín adornándole las mejillas, tomó primero las sandalias ninja, luego los pantalones del chico, agradeciendo a quién quiera que no haya mojado su ropa interior, y por último tomó las ropas del torso del Uchiha, tomando las muñequeras, y por último la camiseta. Pero tal fue la sorpresa de la kunoichi al fijarse en la espalda del joven cuando tomó su parte superior que cayó al suelo impresionada, dejando el cuerpo del rubio caer en un golpe seco contra el colchón. Una gran marca reposaba en la espalda del joven, un símbolo, el del propio clan del rubio, grabada a fuego. Eri quedó anonadada y por un par de minutos permaneció en esa posición, asustada.
''¿Por qué Nabi no me enseñó eso...?''
Una lagrima rebelde se escapó de su ojo izquierdo, y eso hizo a la joven volver en sí, ya que tenía que encargarse todavía de la herida de Nabi, así que cogiendo todo lo necesario, desinfectó y limpió la herida, así como la vendó terminando su trabajo, quedando la mitad baja de la pierna cubierta por vendas que se tiñeron de rojo con el paso de los segundos. Eri aprovechó y tomó un pantalón del chico, poniéndoselo para que no se pensase ideas que no eran, y echó una de las sábanas que reposaban al lado de su cama por encima del cuerpo del joven.
Suspiró, su trabajo acababa de concluir, solo necesitaba reposo. Miró la hora, cerca de la hora del almuerzo. Suspiró de nuevo, y decidiendo salir para dejar al rubio con su intimidad, decidió usurpar su cocina para descubrir qué podía hacer de comer al Uchiha, con Mike pisándole los talones allá donde fuese la peliazul.