15/05/2018, 19:57
Por suerte, ningún monje gruñón vino a detener su entrada al templo, encontrándose con las puertas abiertas de par en par para él. Literal y metafóricamente. Dentro, todo era tan austero como aparentaba por fuera. El ambiente ni siquiera estaba sobrecargado con esas hierbas aromáticas que algunos templos tanto le gustaban poner. Tampoco había demasiados elementos en los que perderse: algunas estatuas de dioses repartidos entre las cuatro esquinas; una mesa en el centro —donde estaban Iekatsu, Tome y el objetivo de su Henge—, y poco más.
Makoto irrumpió en escena casi al instante, asustado y sorprendido al reconocer a los nuevos invitados. Tan sorprendido como Datsue, que había abierto la boca de par en par y no daba crédito a lo que veía. O eso interpretó él, al menos, de una manera que esperaba convincente.
Más convincentes fueron las palabras de su maestro, no obstante, al que el Uchiha trató de analizar. Cada palabra, cada gesto… Necesitaba no solo imitar su imagen y su voz, sino hacer una representación fidedigna de su ser si quería tener alguna posibilidad para engatusar a Makoto.
En un momento dado, su vista se desplazó por los pasillos que tenía a cada lado. Tal y como estaba hecho el templo, imaginaba que rodearían todo el edificio por dentro hasta dar al otro lado, justo a la puerta por la que había salido Makoto.
«De primeras mejor disimular un poco. Se supone que vengo para rezar, y como me cuele por uno de los pasillos con él delante va a ser un cantazo».
No muy seguro de cómo hacerlo, y tras lanzarle una mirada a su Hermano, el Uchiha se dirigió a una de las estatuas de los Dioses, arrodillándose frente a ella y bajando la mirada. Esperaría un poco, a ver si Makoto se iba y podía ir luego a buscarle con la transformación hecha. De no ser el caso…
«Tendría que buscar otro en quien hengearme…»
Makoto irrumpió en escena casi al instante, asustado y sorprendido al reconocer a los nuevos invitados. Tan sorprendido como Datsue, que había abierto la boca de par en par y no daba crédito a lo que veía. O eso interpretó él, al menos, de una manera que esperaba convincente.
Más convincentes fueron las palabras de su maestro, no obstante, al que el Uchiha trató de analizar. Cada palabra, cada gesto… Necesitaba no solo imitar su imagen y su voz, sino hacer una representación fidedigna de su ser si quería tener alguna posibilidad para engatusar a Makoto.
En un momento dado, su vista se desplazó por los pasillos que tenía a cada lado. Tal y como estaba hecho el templo, imaginaba que rodearían todo el edificio por dentro hasta dar al otro lado, justo a la puerta por la que había salido Makoto.
«De primeras mejor disimular un poco. Se supone que vengo para rezar, y como me cuele por uno de los pasillos con él delante va a ser un cantazo».
No muy seguro de cómo hacerlo, y tras lanzarle una mirada a su Hermano, el Uchiha se dirigió a una de las estatuas de los Dioses, arrodillándose frente a ella y bajando la mirada. Esperaría un poco, a ver si Makoto se iba y podía ir luego a buscarle con la transformación hecha. De no ser el caso…
«Tendría que buscar otro en quien hengearme…»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado