15/05/2018, 20:49
Akame asintió ligeramente cuando su compadre le pidió confirmación; el objetivo se había ido hacia el lateral derecho del edificio.
—Sí, no hay duda. Yo voy a salir por donde hemos entrado, doy un rodeo y me escondo en el huerto —susurró otra vez el Uchiha—. Llévale hacia allí. De todos modos... —Akame se incorporó en ese momento, pero justo antes de ponerse en pie, musitó—. Ponte el maldito comunicador.
Aquella obra de la tecnología más puntera era una auténtica maravilla, un artefacto que les permitía a los Hermanos llevar su "conexión" natural a otro nivel. Ya lo habían usado otras veces, pero —por el motivo que fuese— ambos parecían tener una molesta tendencia a olvidarse de encenderlo. Incluso aunque habían acordado ya un canal de antemano, que usaban por defecto —el canal seis—, muchas veces se les olvidaba de primeras, colocárselo.
Dicho y hecho, el jōnin realizó una última reverencia a la estatua del dios al que le había estado rezando —diosa, en este caso, pues se trataba de Uzume— y se dio la media vuelta. Deshizo el trayecto a paso tranquilo, y una vez fuera del templo se desvió hacia el lateral izquierdo. Mientras caminaba distraídamente, sacó su comunicador avanzado y se lo colocó en la oreja izquierda; entonces activó el dispositivo, y lo colocó en la frecuencia del canal seis.
Dio un rodeo con aire distraído, pero siempre alerta por si observaba a algún monje que pudiera entorpecerles. Para su suerte, no se cruzó con nadie en su camino, y logró llegar hasta el huerto trasero del santuario.
No divisó a nadie allí —«probablemente están todos descansando tras el almuerzo»—, de modo que simplemente se colocó junto a la entrada trasera del santuario, bajo una ventana. Realizó unos sellos y su figura se difuminó en el ambiente, adoptando una capa de chakra translúcida que le volvía a todas luces invisible.
«Ahora... A esperar».
—Sí, no hay duda. Yo voy a salir por donde hemos entrado, doy un rodeo y me escondo en el huerto —susurró otra vez el Uchiha—. Llévale hacia allí. De todos modos... —Akame se incorporó en ese momento, pero justo antes de ponerse en pie, musitó—. Ponte el maldito comunicador.
Aquella obra de la tecnología más puntera era una auténtica maravilla, un artefacto que les permitía a los Hermanos llevar su "conexión" natural a otro nivel. Ya lo habían usado otras veces, pero —por el motivo que fuese— ambos parecían tener una molesta tendencia a olvidarse de encenderlo. Incluso aunque habían acordado ya un canal de antemano, que usaban por defecto —el canal seis—, muchas veces se les olvidaba de primeras, colocárselo.
Dicho y hecho, el jōnin realizó una última reverencia a la estatua del dios al que le había estado rezando —diosa, en este caso, pues se trataba de Uzume— y se dio la media vuelta. Deshizo el trayecto a paso tranquilo, y una vez fuera del templo se desvió hacia el lateral izquierdo. Mientras caminaba distraídamente, sacó su comunicador avanzado y se lo colocó en la oreja izquierda; entonces activó el dispositivo, y lo colocó en la frecuencia del canal seis.
Dio un rodeo con aire distraído, pero siempre alerta por si observaba a algún monje que pudiera entorpecerles. Para su suerte, no se cruzó con nadie en su camino, y logró llegar hasta el huerto trasero del santuario.
No divisó a nadie allí —«probablemente están todos descansando tras el almuerzo»—, de modo que simplemente se colocó junto a la entrada trasera del santuario, bajo una ventana. Realizó unos sellos y su figura se difuminó en el ambiente, adoptando una capa de chakra translúcida que le volvía a todas luces invisible.
«Ahora... A esperar».