16/05/2018, 19:51
(Última modificación: 16/05/2018, 19:51 por Inuzuka Nabi.)
—Akame existe, yo misma lo he conocido, lo que pasa es que tu nunca estás aquí, y Akame no es alguien muy carismático, que digamos.
Los dones de Eri eran variados y multitalentos, igual te hacia una formula de sellado de esas que te deja la cabeza loca o te cuela puyas como si fuese lo más natural del mundo destrozandote el corazón a medias de una oración.
— ¿Cómo que no estoy nunca? ¡Si no he ido a ningún lado desde que hicimos la misión! Vale que llevaba toda la primavera sin pisar la villa, pero llevo aquí unas semanitas y tambien estuve aquí todo el invierno. Y yo no he visto a ningún Akame.
Ahora sí que ya no iba a creérmelo hasta que lo viese. Creo recordar que Datsue me dio una descripción pobre de cómo era ese tal Akame. ¿Y si Akame era un animal shinobi? No sería la primera vez que pasaba algo así, tal vez Eri y Datsue estaban ocultándome el hecho de que le habían sellado medio bijuu a un ornitorrinco, no ellos, sino Zoku. Todo eso de Akame era muy sospechoso.
—Si quieres podemos ir en un par de días, vamos juntos y escogemos a una perrita, luego podemos ir a llevársela... Si quieres, claro.
— Cuando tú quieras. Ya le diré a Yamamoto que nos guarde algún perro especialmente para Datsue. Es decir, feo pero espabilado como un demonio.
Yamamoto era amigo de la familia, perreras e Inuzukas, la hermandad por muchos obviada pero para todos evidente. ¿Quien iba a preocuparse de los animales más que nosotros? Nadie, ni siquiera los shinobis con pacto de invocación que usan a los animales como utensilios, los muy maleantes.
Los dones de Eri eran variados y multitalentos, igual te hacia una formula de sellado de esas que te deja la cabeza loca o te cuela puyas como si fuese lo más natural del mundo destrozandote el corazón a medias de una oración.
— ¿Cómo que no estoy nunca? ¡Si no he ido a ningún lado desde que hicimos la misión! Vale que llevaba toda la primavera sin pisar la villa, pero llevo aquí unas semanitas y tambien estuve aquí todo el invierno. Y yo no he visto a ningún Akame.
Ahora sí que ya no iba a creérmelo hasta que lo viese. Creo recordar que Datsue me dio una descripción pobre de cómo era ese tal Akame. ¿Y si Akame era un animal shinobi? No sería la primera vez que pasaba algo así, tal vez Eri y Datsue estaban ocultándome el hecho de que le habían sellado medio bijuu a un ornitorrinco, no ellos, sino Zoku. Todo eso de Akame era muy sospechoso.
—Si quieres podemos ir en un par de días, vamos juntos y escogemos a una perrita, luego podemos ir a llevársela... Si quieres, claro.
— Cuando tú quieras. Ya le diré a Yamamoto que nos guarde algún perro especialmente para Datsue. Es decir, feo pero espabilado como un demonio.
Yamamoto era amigo de la familia, perreras e Inuzukas, la hermandad por muchos obviada pero para todos evidente. ¿Quien iba a preocuparse de los animales más que nosotros? Nadie, ni siquiera los shinobis con pacto de invocación que usan a los animales como utensilios, los muy maleantes.
—Nabi—