17/05/2018, 11:50
Y ella no era la única que tenía aquellos sentimientos encontrados. Por el rabillo del ojo vio cómo su compañero tensaba todos los músculos del cuerpo. Aunque para ella no era más que pura traición y era completamente ajena a la complicidad que ambos habían compartido lejos, lejos de allí.
—Oh, pues yo tengo bastantes ganas de ver a Datsue-kun —replicó, sin embargo, con una sonrisa. Una sonrisa que, pese a sus palabras, no era nada alegre. Más bien al contrario. Era peligrosa. Y estaba cargada de malicia—. Preguntarle qué tal está, rajarle las tripas... ya sabes, cosas de amigos. Aunque sea partirle los dientes. Aunque sea sólo eso.
Ayame ladeó ligeramente la cabeza, preocupada. Por dentro no pudo evitar meditar lo parecida que estaba siendo Daruu a Kaido. De haber sido él quien hubiera hablado con El Tiburón aquel día se habrían puesto de acuerdo increíblemente rápido. Sin embargo...
—No es una buena idea, Daruu-kun. Por muy irritados que estemos... —desdeñó ella, sacudiendo la cabeza casi a regañadientes—. Si ya están las cosas tensas entre las aldeas, imagínate si sus ninjas comenzaran a tener disputas entre sí. Y no hablo precisamente de combates de entrenamiento.
Volvió a negar con la cabeza y se llevó uno de los últimos triángulos de maíz a la boca. Habían pasado meses desde que había ocurrido todo aquello y había tenido tiempo de sobra para pensarlo. Y cuanto más lo meditaba, peor idea le parecía.
—Además, ya tengo bastante contenta a Yui-sama como para ir haciendo tonterías... Me costaría el Chūnin... como mínimo.
—Oh, pues yo tengo bastantes ganas de ver a Datsue-kun —replicó, sin embargo, con una sonrisa. Una sonrisa que, pese a sus palabras, no era nada alegre. Más bien al contrario. Era peligrosa. Y estaba cargada de malicia—. Preguntarle qué tal está, rajarle las tripas... ya sabes, cosas de amigos. Aunque sea partirle los dientes. Aunque sea sólo eso.
Ayame ladeó ligeramente la cabeza, preocupada. Por dentro no pudo evitar meditar lo parecida que estaba siendo Daruu a Kaido. De haber sido él quien hubiera hablado con El Tiburón aquel día se habrían puesto de acuerdo increíblemente rápido. Sin embargo...
—No es una buena idea, Daruu-kun. Por muy irritados que estemos... —desdeñó ella, sacudiendo la cabeza casi a regañadientes—. Si ya están las cosas tensas entre las aldeas, imagínate si sus ninjas comenzaran a tener disputas entre sí. Y no hablo precisamente de combates de entrenamiento.
Volvió a negar con la cabeza y se llevó uno de los últimos triángulos de maíz a la boca. Habían pasado meses desde que había ocurrido todo aquello y había tenido tiempo de sobra para pensarlo. Y cuanto más lo meditaba, peor idea le parecía.
—Además, ya tengo bastante contenta a Yui-sama como para ir haciendo tonterías... Me costaría el Chūnin... como mínimo.