17/05/2018, 13:07
Pero él se encogió de hombros, restándole importancia.
—Ya te lo había dicho —explicó—: quiero aprender más sobre Genjutsu. Pero a tu padre le gusta que le digan las cosas cara a cara, y probablemente después de todo lo que ha pasado podría ponerme alguna pega. Mejor tengo una cita con él en privado y se lo explico bien.
—Sí, será lo mejor —asintió ella, en respuesta.
—Y si no, siempre puedo dejar que me mire a los ojos y vea que no pienso hacer nada loco —añadió, mordiendo otro jalapeño rebozado.
Y Ayame volvió a juntar las manos.
—¡Sí, pero no dejes que sepa lo mío, por favor! —volvió a rogar, a la desesperada.
Y cuando bajó las manos se quedó mirándole durante unos segundos. Ayame agachó la mirada, con un extraño hormigueo en el pecho, volvió a mirarle mientras disfrutaba de los últimos restos de comida y se detuvo en sus ojos violeta y en los mechones oscuros que caían sobre su frente. El rubor comenzó a encender sus mejillas.
—Oye, después de cenar... ¿quieres que demos una vuelta juntos o algo...? —le preguntó, agachando la mirada y escondiéndola en el mantel de la mesa como si no hubiera nada más interesante en el mundo.
—Ya te lo había dicho —explicó—: quiero aprender más sobre Genjutsu. Pero a tu padre le gusta que le digan las cosas cara a cara, y probablemente después de todo lo que ha pasado podría ponerme alguna pega. Mejor tengo una cita con él en privado y se lo explico bien.
—Sí, será lo mejor —asintió ella, en respuesta.
—Y si no, siempre puedo dejar que me mire a los ojos y vea que no pienso hacer nada loco —añadió, mordiendo otro jalapeño rebozado.
Y Ayame volvió a juntar las manos.
—¡Sí, pero no dejes que sepa lo mío, por favor! —volvió a rogar, a la desesperada.
Y cuando bajó las manos se quedó mirándole durante unos segundos. Ayame agachó la mirada, con un extraño hormigueo en el pecho, volvió a mirarle mientras disfrutaba de los últimos restos de comida y se detuvo en sus ojos violeta y en los mechones oscuros que caían sobre su frente. El rubor comenzó a encender sus mejillas.
—Oye, después de cenar... ¿quieres que demos una vuelta juntos o algo...? —le preguntó, agachando la mirada y escondiéndola en el mantel de la mesa como si no hubiera nada más interesante en el mundo.