17/05/2018, 18:43
(Última modificación: 17/05/2018, 18:49 por Uchiha Datsue.)
—Veré qué puedo hacer —respondió a la petición de Riko de enseñarle algunos de sus inventos. Algunos de ellos estaban costando más de lo imaginado fabricarlos—. Pues venga, espérame aquí. Ahora vuelvo.
A medio camino, sin embargo, tuvo que dar media vuelta.
—Hostia, la pasta, la pasta —pidió, extendiendo una mano—. Seiscientos ryos, como habíamos acordado —le recordó.
Una vez con el dinero en su mano, y tras desechar la idea de escapar corriendo y quedárselo todo para él —después de todo, ya se había ganado demasiados enemigos—, se adentró en la forja.
Riko tuvo que esperar casi media hora hasta que el Uchiha saliese, con la wakizashi en la mano y los 175 ryos que se había ganado con aquella venta en el bolsillo. Riko, en cambio, se había ahorrado unos doscientos cincuenta por la operación. Todos salían ganando.
—Buff… Lo siento, tío. Hoy Soroku está de un humor de perros. No me ha dejado llevarme nada prestado que enseñarte. Aunque tengo un par de mis inventos aquí guardados, luego te lo enseño. Pero antes… —desenvainó la katana, produciendo ese sonido tan característico que predecía a la muerte—. ¿La ves? Perfectamente alineada. No encontrarás ni impurezas de carbón ni burbujas de aire en el acero como venden en esas tiendas de medio pelo. Además, fíjate —sujetando la espada por la empuñadura, hizo fuerza con la otra mano en la punta del filo, como tratando de doblar la hoja—. Flexible, pero no demasiado. Y por supuesto, perfectamente equilibrada. —Para demostrárselo, Datsue colocó dos dedos al principio de la empuñadura, consiguiendo que la espada quedase totalmente en horizontal—. Ah, y lo mejor de todo —añadió, sin poder contener la emoción—. Fíjate en esto. —Al principio del filo, en uno de los lados de la hoja, estaba su firma: El Intrépido, grabado con una finura exquisita—. Venga, va, pruébala tú mismo.
Cual malabarista, el Uchiha lanzó la espada hacia arriba, al aire. Extendió su otra mano, con la vaina, y después de que la wakizashi diese varias vueltas sobre sí misma, se enfundó en la empuñadura con una sutileza digna de los samuráis más avezados.
Sí, había practicado aquel truco muchas veces. Más de los que su piel —cortada en innumerables ocasiones al salirle mal— hubiese querido.
A medio camino, sin embargo, tuvo que dar media vuelta.
—Hostia, la pasta, la pasta —pidió, extendiendo una mano—. Seiscientos ryos, como habíamos acordado —le recordó.
Una vez con el dinero en su mano, y tras desechar la idea de escapar corriendo y quedárselo todo para él —después de todo, ya se había ganado demasiados enemigos—, se adentró en la forja.
Riko tuvo que esperar casi media hora hasta que el Uchiha saliese, con la wakizashi en la mano y los 175 ryos que se había ganado con aquella venta en el bolsillo. Riko, en cambio, se había ahorrado unos doscientos cincuenta por la operación. Todos salían ganando.
—Buff… Lo siento, tío. Hoy Soroku está de un humor de perros. No me ha dejado llevarme nada prestado que enseñarte. Aunque tengo un par de mis inventos aquí guardados, luego te lo enseño. Pero antes… —desenvainó la katana, produciendo ese sonido tan característico que predecía a la muerte—. ¿La ves? Perfectamente alineada. No encontrarás ni impurezas de carbón ni burbujas de aire en el acero como venden en esas tiendas de medio pelo. Además, fíjate —sujetando la espada por la empuñadura, hizo fuerza con la otra mano en la punta del filo, como tratando de doblar la hoja—. Flexible, pero no demasiado. Y por supuesto, perfectamente equilibrada. —Para demostrárselo, Datsue colocó dos dedos al principio de la empuñadura, consiguiendo que la espada quedase totalmente en horizontal—. Ah, y lo mejor de todo —añadió, sin poder contener la emoción—. Fíjate en esto. —Al principio del filo, en uno de los lados de la hoja, estaba su firma: El Intrépido, grabado con una finura exquisita—. Venga, va, pruébala tú mismo.
Cual malabarista, el Uchiha lanzó la espada hacia arriba, al aire. Extendió su otra mano, con la vaina, y después de que la wakizashi diese varias vueltas sobre sí misma, se enfundó en la empuñadura con una sutileza digna de los samuráis más avezados.
Sí, había practicado aquel truco muchas veces. Más de los que su piel —cortada en innumerables ocasiones al salirle mal— hubiese querido.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado