17/05/2018, 18:43
El chico vio bien su proposición, aunque tenía que deshacerse de Stuffy. Ella lo miró con la duda surcándole el rostro, ¿Stuffy no sabía guardar secretos? ¿Y cómo se lo diría a Datsue? ¿Acaso sabía hablar ya y no se lo había dicho?
—¿Cómo va a decirle Stuffy a Datsue que le vamos a regalar una perrita? —preguntó, presa de la curiosidad, mientras tomaba de la mano a Nabi para que diesen una vuelta por el festival.
El amplio camino del Jardín de los Cerezos estaba repleto de gente, pero no de la forma en la que te agobias por estar en una multitud, no; sino de la forma alegre y divertida de ver a la gente pasárselo bien mientras tu puedes pasear tranquilamente por el centro.
—El puesto está un poco más adelante, espero que no me hayan quitado el peluche... —sopesó, para luego tirar de la mano del castaño —. Bueno, vamos deprisa, así llegamos antes, solo por si acaso.
Básicamente tiró de él hasta que ambos pasaron dos o tres puestos de comida, uno de caretas y otro de juegos hasta llegar al puesto en cuestión. Se trataba del típico puesto donde te dan dos o tres bolitas y tienes que acertar en botellas. Dependiendo del grosor de la botella, te llevas mejores premios.
—¿Te atreves? yo ya he perdido como diez ryos intentándolo... —en verdad no había perdido ni un céntimo, ya que no había ido allí antes, pero se había enamorado del peluche tanto que lo necesitaba.
—¿Cómo va a decirle Stuffy a Datsue que le vamos a regalar una perrita? —preguntó, presa de la curiosidad, mientras tomaba de la mano a Nabi para que diesen una vuelta por el festival.
El amplio camino del Jardín de los Cerezos estaba repleto de gente, pero no de la forma en la que te agobias por estar en una multitud, no; sino de la forma alegre y divertida de ver a la gente pasárselo bien mientras tu puedes pasear tranquilamente por el centro.
—El puesto está un poco más adelante, espero que no me hayan quitado el peluche... —sopesó, para luego tirar de la mano del castaño —. Bueno, vamos deprisa, así llegamos antes, solo por si acaso.
Básicamente tiró de él hasta que ambos pasaron dos o tres puestos de comida, uno de caretas y otro de juegos hasta llegar al puesto en cuestión. Se trataba del típico puesto donde te dan dos o tres bolitas y tienes que acertar en botellas. Dependiendo del grosor de la botella, te llevas mejores premios.
—¿Te atreves? yo ya he perdido como diez ryos intentándolo... —en verdad no había perdido ni un céntimo, ya que no había ido allí antes, pero se había enamorado del peluche tanto que lo necesitaba.