17/05/2018, 19:37
A pesar de la palpable tensión que transmitían sus facciones, Masaru se vio realmente relajado cuando todo lo que recibió de su maestro fue una pequeña regañina antes de volver a cambiar de plan. El antiguo noble estaba hecho un manojo de nervios, y claro estaba que agradecía no buscarse más problemas de los que ya tenía; sobre todo si concernían a la máxima autoridad del santuario. Su salvoconducto y nuevo hogar.
—Sí, Oonoji-sama —agradeció, con otra reverencia—. ¿El huerto? Pero, Oonoji-sama, ¿mis labores no iban a ser meramente... Ehem —carraspeó, buscando la palabra correcta—, estéticas?
Sin embargo, pronto Masaru pareció darse cuenta de que para un hombre en su situación, lo mejor no era replicar al que sería su nuevo superior hasta el día de su muerte. Obediente, realizó otra reverencia y siguió al supuesto Oonoji hasta la parte trasera del templo. Por suerte para Datsue, nadie les salió al encuentro.
«Aquí vienen...»
Apenas Akame vio al supuesto maestro aparecer con su alumno, activó el Sharingan y esperó a que Masaru pasara justo junto a él.
—¿Qué labor se me encomiend...?
Las palabras se ahogaron en la boca del noble cuando Akame surgió de la nada junto a él, le agarró la cabeza con ambas manos y se la volteó súbitamente para obligarle a mirar. En la ilusión, todo seguiría su curso. «Rápido...»
—Sí, Oonoji-sama —agradeció, con otra reverencia—. ¿El huerto? Pero, Oonoji-sama, ¿mis labores no iban a ser meramente... Ehem —carraspeó, buscando la palabra correcta—, estéticas?
Sin embargo, pronto Masaru pareció darse cuenta de que para un hombre en su situación, lo mejor no era replicar al que sería su nuevo superior hasta el día de su muerte. Obediente, realizó otra reverencia y siguió al supuesto Oonoji hasta la parte trasera del templo. Por suerte para Datsue, nadie les salió al encuentro.
«Aquí vienen...»
Apenas Akame vio al supuesto maestro aparecer con su alumno, activó el Sharingan y esperó a que Masaru pasara justo junto a él.
—¿Qué labor se me encomiend...?
Las palabras se ahogaron en la boca del noble cuando Akame surgió de la nada junto a él, le agarró la cabeza con ambas manos y se la volteó súbitamente para obligarle a mirar. En la ilusión, todo seguiría su curso. «Rápido...»