18/05/2018, 02:14
No, pero en serio. Por muy frustrados que estemos, si atacamos a un ninja de otra aldea puede considerarse una ofensa hacia esa aldea y una riña infantil podría acabar en una guerra... ¡Eso sería lo último que querría! Y además... —añadió, agachando la mirada con pesar—. Bastante contenta tengo ya a Arashikage-sama como para hacer más tonterías...
»Ya le llegará su escarmiento. El Karma se lo hará pagar.
Kaido negó con la cabeza, chupándose los dientes.
—La guerra la ha declarado él al sellaros esas técnicas. O al mancillar mi jodido nombre con falsos rumores que, espero, no se esparzan de tu boca —dijo, como aclaratoria—. pero en fin, ya me encargaré yo de cobrármelas. Hay afrentas que sencillamente no se pueden dejar a un lado. Hay que hacer cara a todo aquello que pueda joderte la vida, Ayame.
Y con aquella última frase, ciertos sentimientos le agobiaron nuevamente. Porque Datsue, hoy por hoy, era el menor de sus problemas. Uno pequeñísimo en comparación con...
—Y hablando de hacer cara a las cosas, tengo que admitir que no sólo iba "pasando por el barrio" cuando caí en la puerta de tu casa. Me he aparecido ahí porque también necesito hablar algo importante contigo. Pero no puedo contártelo aquí en medio de la calle, así que venga, sígueme.
Kaido había guiado a su guardiana a través del centro de Amegakure, hasta circunvalar gran parte de sus rascacielos que de tanto en tanto podían causar claustrofobia. Cuando aquello pasaba, o cuando quería estar sólo, por lo general solía dirigirse hasta el gran Lago de Amegakure, un lugar que si no habitaba a algún grupo de ninja entrenando sus técnicas suiton, solía ser bastante tranquilo. El gyojin pidió a Ayame que atravesaran gran parte del lago, hasta que calaron en una de las últimas plataformas. Solitaria, casi al otro extremo que daba con la muralla natural que servía de custodio para los intentos de intrusión.
El tiburón se sentó, en silencio, con las piernas cruzadas y los brazos tensados. Con su ceño siendo víctima de sus propias vicisitudes. Su mirada, tan profunda como el océano mismo, meneándose sin rumbo fijo, meditando cómo empezar a contar aquello.
Pero no existía forma convencional. No la había.
»Ya le llegará su escarmiento. El Karma se lo hará pagar.
Kaido negó con la cabeza, chupándose los dientes.
—La guerra la ha declarado él al sellaros esas técnicas. O al mancillar mi jodido nombre con falsos rumores que, espero, no se esparzan de tu boca —dijo, como aclaratoria—. pero en fin, ya me encargaré yo de cobrármelas. Hay afrentas que sencillamente no se pueden dejar a un lado. Hay que hacer cara a todo aquello que pueda joderte la vida, Ayame.
Y con aquella última frase, ciertos sentimientos le agobiaron nuevamente. Porque Datsue, hoy por hoy, era el menor de sus problemas. Uno pequeñísimo en comparación con...
—Y hablando de hacer cara a las cosas, tengo que admitir que no sólo iba "pasando por el barrio" cuando caí en la puerta de tu casa. Me he aparecido ahí porque también necesito hablar algo importante contigo. Pero no puedo contártelo aquí en medio de la calle, así que venga, sígueme.
* * *
Kaido había guiado a su guardiana a través del centro de Amegakure, hasta circunvalar gran parte de sus rascacielos que de tanto en tanto podían causar claustrofobia. Cuando aquello pasaba, o cuando quería estar sólo, por lo general solía dirigirse hasta el gran Lago de Amegakure, un lugar que si no habitaba a algún grupo de ninja entrenando sus técnicas suiton, solía ser bastante tranquilo. El gyojin pidió a Ayame que atravesaran gran parte del lago, hasta que calaron en una de las últimas plataformas. Solitaria, casi al otro extremo que daba con la muralla natural que servía de custodio para los intentos de intrusión.
El tiburón se sentó, en silencio, con las piernas cruzadas y los brazos tensados. Con su ceño siendo víctima de sus propias vicisitudes. Su mirada, tan profunda como el océano mismo, meneándose sin rumbo fijo, meditando cómo empezar a contar aquello.
Pero no existía forma convencional. No la había.