19/05/2018, 00:00
Tras aclarar que se irían sin Stuffy, ambos se fueron al puesto en cuestión donde estaba el peluche que quería. Peluche que no era otro que un gato gigante de color negro.
El chico no pareció dudar, le dio dinero al hombre encargado de la tienda y éste le dio tres bolitas para intentarlo, apartándose a un lado para darle espacio. Eri vio, con horror, como el chico se preparaba para lanzar una de las bolas. ¿Pero qué se pensaba? ¡Eso no era lo que tenía que hacer! ¿Es que Nabi no entendía que más valía maña que fuerza?
—¡No!
Plaf
Había metido la bola a la primera.
Eso sí que era suerte.
—Oh, vaya...
El tendero echó un gruñido, tomando la bola ganadora.
—Felicidades —dijo con voz monótona —. Elija su premio.
El chico no pareció dudar, le dio dinero al hombre encargado de la tienda y éste le dio tres bolitas para intentarlo, apartándose a un lado para darle espacio. Eri vio, con horror, como el chico se preparaba para lanzar una de las bolas. ¿Pero qué se pensaba? ¡Eso no era lo que tenía que hacer! ¿Es que Nabi no entendía que más valía maña que fuerza?
—¡No!
Plaf
Había metido la bola a la primera.
Eso sí que era suerte.
—Oh, vaya...
El tendero echó un gruñido, tomando la bola ganadora.
—Felicidades —dijo con voz monótona —. Elija su premio.