1/09/2015, 21:25
Henchido de orgullo, los halagos y alabanzas de Ayame le hicieron sentir confiado y su vergüenza desapareció casi por completo. Se había cruzado de brazos y exhibía una sonrisa llena de satisfacción cuando terminó de equiparar el Ninjutsu con la cocina. Entonces, Ayame sostuvo que al menos con la cocina no se mataba a nadie.
Podría haber dicho muchas cosas. Que no aprendió Ninjutsu para matar a nadie, aunque a veces fuese necesario para defender a los tuyos, o a los intereses de tu aldea. Que se pueden hacer muchas cosas con el Ninjutsu por placer y no por necesidad, que la creación de una nueva técnica era una mezcla entre un rompecabezas y una elaboración culinaria...
Pero se decantó por la broma.
—Bueno —se encogió de hombros—. Con un cuchillo de cortar jamón, puedes. O envenenando la comida. Conozco varias pizzerías que son tan malas que podrían matarte con su plato principal.
Rió, y la siguiente pregunta vino de improvisto.
Para cumplir la última voluntad de mi padre habría sido una respuesta muy precisa, pero habría que haber matizado un par de cosas. De todas maneras, no estaba preparado. Agachó la cabeza, y dijo, sombríamente:
—Un hombre me enseñó Ninjutsu. Me gustó lo que vi, quise intentarlo. Le habría gustado.
Podría haber dicho muchas cosas. Que no aprendió Ninjutsu para matar a nadie, aunque a veces fuese necesario para defender a los tuyos, o a los intereses de tu aldea. Que se pueden hacer muchas cosas con el Ninjutsu por placer y no por necesidad, que la creación de una nueva técnica era una mezcla entre un rompecabezas y una elaboración culinaria...
Pero se decantó por la broma.
—Bueno —se encogió de hombros—. Con un cuchillo de cortar jamón, puedes. O envenenando la comida. Conozco varias pizzerías que son tan malas que podrían matarte con su plato principal.
Rió, y la siguiente pregunta vino de improvisto.
Para cumplir la última voluntad de mi padre habría sido una respuesta muy precisa, pero habría que haber matizado un par de cosas. De todas maneras, no estaba preparado. Agachó la cabeza, y dijo, sombríamente:
—Un hombre me enseñó Ninjutsu. Me gustó lo que vi, quise intentarlo. Le habría gustado.