19/05/2018, 17:43
—¿Tu tocas el piano?. ¿Desde cuándo? ¿Y por qué nunca me lo habías dicho?
— ¡Pero si te lo he dicho cien veces! A veces creo que no me escuchas, Eri. Además, tú me dijiste hace dos días que tocabas la flauta. No te había visto con una flauta en las manos en mi vida.
No es que hubiesen hablado del tema largo y tendido, pero claro que lo había mencionado varias veces. Aunque no era de extrañar que no le sonara, muchas veces ni siquiera me contestaba a preguntas directas, ni indirectas, ni a nada. Era un extraño poder que tenía mi voz de no oirse. Más de una vez la había llamado para que me esperase y ni se había inmutado, bueno, ni ella ni nadie.
—¿Eh? Ah, no, no quiero, de verdad. Vamos a tomar asiento, así puedo dejar al peluche... ¿Tienes idea de cómo podría llamarle?
— Ehhhh... ¿Señor... Maullido?
¿Era una pregunta? ¿Era una afirmación? Todo era una gran incógnita en aquella conversación.
— ¡Pero si te lo he dicho cien veces! A veces creo que no me escuchas, Eri. Además, tú me dijiste hace dos días que tocabas la flauta. No te había visto con una flauta en las manos en mi vida.
No es que hubiesen hablado del tema largo y tendido, pero claro que lo había mencionado varias veces. Aunque no era de extrañar que no le sonara, muchas veces ni siquiera me contestaba a preguntas directas, ni indirectas, ni a nada. Era un extraño poder que tenía mi voz de no oirse. Más de una vez la había llamado para que me esperase y ni se había inmutado, bueno, ni ella ni nadie.
—¿Eh? Ah, no, no quiero, de verdad. Vamos a tomar asiento, así puedo dejar al peluche... ¿Tienes idea de cómo podría llamarle?
— Ehhhh... ¿Señor... Maullido?
¿Era una pregunta? ¿Era una afirmación? Todo era una gran incógnita en aquella conversación.
—Nabi—