19/05/2018, 17:49
— ¡Pero si te lo he dicho cien veces! A veces creo que no me escuchas, Eri. Además, tú me dijiste hace dos días que tocabas la flauta. No te había visto con una flauta en las manos en mi vida.
—¡Jo, perdona! —se disculpó ella, poniéndole ojitos esta vez de forma mucho más vistosa —. En verdad es porque tu te fuiste un año de parranda y me dejaste aquí, sola, ¿qué quieres que haga? ¡Me sentí abandonada! —le espetó, con los ojos entrecerrados —. Quizás mi dolor se ha convertido en indiferencia y por eso no te escucho, sin querer, claro, sin querer.
Sentó a su gato de peluche a la izquierda y lo sujetó fuertemente con su brazo.
— Ehhhh... ¿Señor... Maullido?
—¿Señor Maullido? —sopesó ella —. Perfecto, ahora se llamará Señor Maullido —bautizó al gato en su honor.
Ahora en el escenario había tres hombres algo ancianos tocando armónicas.
—¡Jo, perdona! —se disculpó ella, poniéndole ojitos esta vez de forma mucho más vistosa —. En verdad es porque tu te fuiste un año de parranda y me dejaste aquí, sola, ¿qué quieres que haga? ¡Me sentí abandonada! —le espetó, con los ojos entrecerrados —. Quizás mi dolor se ha convertido en indiferencia y por eso no te escucho, sin querer, claro, sin querer.
Sentó a su gato de peluche a la izquierda y lo sujetó fuertemente con su brazo.
— Ehhhh... ¿Señor... Maullido?
—¿Señor Maullido? —sopesó ella —. Perfecto, ahora se llamará Señor Maullido —bautizó al gato en su honor.
Ahora en el escenario había tres hombres algo ancianos tocando armónicas.