19/05/2018, 21:45
(Última modificación: 19/05/2018, 21:45 por Sasagani Yota.)
—¡Ja! que no está nada mal mi país, ¿has oído eso, bonita? —la yegua relinchó—. podrías haber dicho que Kaminari te parece una mierda y habrías podido disimularlo hasta mejor. ¡Tela, telita!
—Así son los ninja, Pachan-san. No podrían ver más allá de sus propias fronteras e intereses aún con el telescopio más potente de oonindo. Pero no les culpo, se trata de una poderosa costumbre que parece venir implícita con la profesión, me atrevo a decir. Aunque puedo equivocarme, desde luego, que no es precisamente mi área de estudio ni mucho menos.
La táctica del tipo no funcionaría. Sabía perfectamente cuales eran mis labores allí, y no eran precisamente liarme a puños verbales con el tipo del carromato. Sentí las miradas de ambos. No contesté y entonces el tal Pachán volvió a abrir la bocaza. No podía tenerla cerrada y limitarse a conducirnos hasta donde fuera que teníamos que ir. No. Tenía que hacer comentarios chistosos.
—Y bueno, ¿qué es eso que tienen los bosques de tu país que lo hace tan especial, eh? por qué no nos cuentas un poco de tu tierra, de sus costumbres, de su gente. Para conocer un poco mejor de dónde provienes, que a Bonita y a mí nos gusta oír las historias de nuestros viajeros. Pero no las suyas, Hibana-san. Ya me las sé de memoria.
Bueno, aquello demandaba una respuesta por mi parte, así que no me quedaba otra salida.
— En realidad no dije que su país fuese una mierda. Pero como suele suceder, uno ama su tierra, aquella que le crió y le vio crecer. Aunque sea un ninja, también es mi caso. Amo los bosques de Kusa no Kuni, sus rios, su vegetación, su gente... — decía, apartando la mirada para tomar algo de aire y soltarlo de golpe, aprovechando para observar el paisaje que nos ofrecían las tierras del rayo. — Y les ruego que me disculpen, pero no estamos aquí para hablar de mi gente ni de sus costumbres, tampoco de sus bosques. Estamos aquí, y en especial hablo de mi caso, porque Hibana-san contrató mis servicios. siento no poder saciar su curiosidad.
Vi que Kumopansa me miraba raro, pero tampoco era momento de discutir con ella. Tampoco es que me apeteciese demasiado, la verdad.
— Y, esto... ¿Cómo son aquí? — preguntó finalmente el ocho ojos, lanzando aquella pregunta al aire parta romper una posible tensión del momento.
—Así son los ninja, Pachan-san. No podrían ver más allá de sus propias fronteras e intereses aún con el telescopio más potente de oonindo. Pero no les culpo, se trata de una poderosa costumbre que parece venir implícita con la profesión, me atrevo a decir. Aunque puedo equivocarme, desde luego, que no es precisamente mi área de estudio ni mucho menos.
La táctica del tipo no funcionaría. Sabía perfectamente cuales eran mis labores allí, y no eran precisamente liarme a puños verbales con el tipo del carromato. Sentí las miradas de ambos. No contesté y entonces el tal Pachán volvió a abrir la bocaza. No podía tenerla cerrada y limitarse a conducirnos hasta donde fuera que teníamos que ir. No. Tenía que hacer comentarios chistosos.
—Y bueno, ¿qué es eso que tienen los bosques de tu país que lo hace tan especial, eh? por qué no nos cuentas un poco de tu tierra, de sus costumbres, de su gente. Para conocer un poco mejor de dónde provienes, que a Bonita y a mí nos gusta oír las historias de nuestros viajeros. Pero no las suyas, Hibana-san. Ya me las sé de memoria.
Bueno, aquello demandaba una respuesta por mi parte, así que no me quedaba otra salida.
— En realidad no dije que su país fuese una mierda. Pero como suele suceder, uno ama su tierra, aquella que le crió y le vio crecer. Aunque sea un ninja, también es mi caso. Amo los bosques de Kusa no Kuni, sus rios, su vegetación, su gente... — decía, apartando la mirada para tomar algo de aire y soltarlo de golpe, aprovechando para observar el paisaje que nos ofrecían las tierras del rayo. — Y les ruego que me disculpen, pero no estamos aquí para hablar de mi gente ni de sus costumbres, tampoco de sus bosques. Estamos aquí, y en especial hablo de mi caso, porque Hibana-san contrató mis servicios. siento no poder saciar su curiosidad.
Vi que Kumopansa me miraba raro, pero tampoco era momento de discutir con ella. Tampoco es que me apeteciese demasiado, la verdad.
— Y, esto... ¿Cómo son aquí? — preguntó finalmente el ocho ojos, lanzando aquella pregunta al aire parta romper una posible tensión del momento.
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
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