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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#23
—No ocurre nada. No aún al menos. Aunque me temo de que pueda, Ayame, en el futuro. Y eso es lo que me está jodiendo por dentro.

Y mientras decía aquello, Kaido nunca pudo mirarla a los ojos. Como si sintiese vergüenza, más allá de que no tenía motivo alguno por el cual sentirse avergonzado. Lucía esquivo y bastante reacio a que Ayame —y por qué no, cualquier otra persona en Amegakure no satou— le definiera erróneamente, tal y como lo había estado haciendo él consigo mismo. Víctima de su propio instinto de supervivencia actuando para protegerse, que le mantuvo en un estado catatónico donde nada importaba salvo vivir bajo el status quo de aquello que consideraba realmente correcto. Evitando a toda costa las señales, y así también las respuestas que darían contexto a su pasado. A de quién es él, a la de dónde vino, a la de quiénes son sus padres y de por qué le abandonaron. A la de:

¿Quién es realmente Umikiba Kaido?

Hasta que los Kajitsu le abrieron los ojos. Hasta que encontró a un par de amigos que a regañadientes, le ayudaron a definirse como un shinobi de Amegakure. Hasta que entendió que el arma podía convertirse en su propio dueño siempre que aprendiera a percibir y abrazar su propia fortaleza, esa que otros intentaban engordar como al cerdo común cuyo ínfimo destino termina siendo el matadero. Y él no pensaba ser la comida de nadie, desde luego.

—Mira, no sé quienes son mis padres ni de dónde vengo. Desconozco cualquier detalle de mi pasado tanto como lo haces tú. Lo único que sé es que un grupo de miembros contados del clan Hōzuki me habrían acogido en cuanto tuvieron la oportunidad. Me entrenaron y formaron como shinobi, esperando que la leyenda del Umi no Shisoku fuera cierta, convirtiéndome en un comodín que sólo pocos pueden tener. Después de todo, no siempre se tiene a un hijo del océano entre sus filas, ¿no? —quizás, en algún libro antiguo, de fábulas y leyendas, ella habría leído acerca de los Umi no Shisoku. Monstruos nacientes de entre las entrañas del océano, con vestigios de las bestias marinas más icónicas—. hoy por hoy, sé quienes son y creo saber qué esperan de mi, que no es sino la lealtad más absoluta, pero no así lo que querrán lograr conmigo ¿lo entiendes?; y después de tu secuestro, empecé a entender que aún y cuando las acciones de mi reducto no pueden llevar a nadie a pensar de que quieren hacerle daño a esta aldea, el que deseen tener a un arma en subterfugio puede hacer creer lo contrario. De que hay intenciones veladas en todo ésto. Y ya sabemos qué pasa cuando se descubren ese tipo de tretas, sobre todo, con Amekoro Yui allá en lo más alto de ese rascacielos observándonos a todos.

Ésta vez si la miró mientras señalaba a la lejanía el edificio de la Arashikage. Y vaya qué mirada. Una que ahora radiaba determinación.

»Lo que sucedió contigo me hizo entender que aunque quiero ser un arma —destructiva y que pueda llevarse del paso a quién sea y en donde sea tal y como lo hacen los jodidos tiburones allá en el fondo del mar—, debo poder elegir en nombre de quién lo hago, y de a quién me trago de un mordisco. ¿Es lo más justo, verdad?

Tragó saliva, y aguardó respuesta. Impaciente, tembloroso. Aunque de alguna forma, aliviado.
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Mensajes en este tema
Agua que no has de beber - por Umikiba Kaido - 6/05/2018, 20:11
RE: Agua que no has de beber - por Umikiba Kaido - 20/05/2018, 20:24


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