2/09/2015, 23:06
Nabi habia caido en un letargo que distaba de ser un letargo onirico en el que podia explayarse tranquilamente hasta doce horas porque sí, se trataba de una inconsciencia provocada por horas de caminar bajo la lluvia con varios cortes de haberse caido sobre grava al ir a toda velocidad. Habia perdido mucha sangre y estaba bastante agotado, así pues la combinacion de cansancio y la disminucion de la cantidad de liquido carmesí en su interior derivo en que su conciencia se fuera a dormir por él.
Pero no hasta que llegó a su puerta. A partir de ahí, eran todo borrones y susurros. Habia escuchado a Eri encontrarle, empapado y con la pierna bañada en sangre, habia sentido el alivio de los tratamientos de la joven medica y tambien un mamporrazo que se dio contra su colchon, pero nada más. Hasta que, movido por su falta de nutrientes derivada de su intensa quema de energias que habia sufrido, salió del trance gracias al olor que se colaba por el diminuto espacio de debajo de la puerta.
Se sentó en la cama para analizar su herida, tumbado y sentado parecia casi inexistente, pero en cuanto intentó tenerse en pie el dolor volvió como un viejo amigo que no habia acabado de olvidar. Por suerte, Nabi ya se lo imaginaba. Con pasar el peso del cuerpo a la otra pierna ya apenas lo notaba, pero al caminar no tendria esa suerte. Sin embargo, el dolor no le hizo dejar de andar hacia delante y llegar hasta la añorada puerta que daba directamente al comedor-cocina que tenia. Al menos solo le dolian la mitad de pasos que daba.
El joven Uchiha abrió la puerta sin pensarselo dos veces, ahí, a pecho descubierto como el barbaro salvaje y poderoso que era. Una vez abierta la puerta se quedó parado, viendo a la peliazul cocinar en su cocina y al chucho maloliento restregarse en su sofa. Con tal mala suerte, que aquella bola de pelo buscadora de problemas reaccionaria al verle y se iria derecho a él. Pero la cosa no acababa ahí, el chucho, buscando afecto o algo, se pudo a dos patas y se fue a apoyar en su herida con toda la alegria del mundo, lo que provocó que el rubio acabara cayendose al suelo por apartar la pierna de golpe.
Ese maldito aliado del demonio aprovechó que el Uchiha habia caido al suelo para lanzarse a su pecho a lamerle toda la cara sin ningún tipo de compasión, la maldad se podia percibir en cada lametón que soltaba con su aspera y maloliente lengua. Sin embargo, el shinobi no sabia muy bien como tomarse todo lo que acababa de pasar, así que le plantó la mano en la cabeza al perro, en parte para que parara de lamerle, y le acarició.
Deberia haber dejado que te comieran.
Diria por lo bajo mientras el animal le miraba con cara de embobamiento total, por él como si se cagaba en su perra madre.
Pero no hasta que llegó a su puerta. A partir de ahí, eran todo borrones y susurros. Habia escuchado a Eri encontrarle, empapado y con la pierna bañada en sangre, habia sentido el alivio de los tratamientos de la joven medica y tambien un mamporrazo que se dio contra su colchon, pero nada más. Hasta que, movido por su falta de nutrientes derivada de su intensa quema de energias que habia sufrido, salió del trance gracias al olor que se colaba por el diminuto espacio de debajo de la puerta.
Se sentó en la cama para analizar su herida, tumbado y sentado parecia casi inexistente, pero en cuanto intentó tenerse en pie el dolor volvió como un viejo amigo que no habia acabado de olvidar. Por suerte, Nabi ya se lo imaginaba. Con pasar el peso del cuerpo a la otra pierna ya apenas lo notaba, pero al caminar no tendria esa suerte. Sin embargo, el dolor no le hizo dejar de andar hacia delante y llegar hasta la añorada puerta que daba directamente al comedor-cocina que tenia. Al menos solo le dolian la mitad de pasos que daba.
El joven Uchiha abrió la puerta sin pensarselo dos veces, ahí, a pecho descubierto como el barbaro salvaje y poderoso que era. Una vez abierta la puerta se quedó parado, viendo a la peliazul cocinar en su cocina y al chucho maloliento restregarse en su sofa. Con tal mala suerte, que aquella bola de pelo buscadora de problemas reaccionaria al verle y se iria derecho a él. Pero la cosa no acababa ahí, el chucho, buscando afecto o algo, se pudo a dos patas y se fue a apoyar en su herida con toda la alegria del mundo, lo que provocó que el rubio acabara cayendose al suelo por apartar la pierna de golpe.
Ese maldito aliado del demonio aprovechó que el Uchiha habia caido al suelo para lanzarse a su pecho a lamerle toda la cara sin ningún tipo de compasión, la maldad se podia percibir en cada lametón que soltaba con su aspera y maloliente lengua. Sin embargo, el shinobi no sabia muy bien como tomarse todo lo que acababa de pasar, así que le plantó la mano en la cabeza al perro, en parte para que parara de lamerle, y le acarició.
Deberia haber dejado que te comieran.
Diria por lo bajo mientras el animal le miraba con cara de embobamiento total, por él como si se cagaba en su perra madre.
—Nabi—