26/05/2018, 08:57
(Última modificación: 26/05/2018, 09:08 por Umikiba Kaido.)
Kaido estudió, afligido, las sugerencias de Ayame. Unas que no es que no hubiera pensado ya, pero quizás necesitaba que alguien le dijera que era ese el mejor curso de acción. Aún así, discrepaba en lo de hurgar en lo de su familia, pues suponía ser una pérdida de tiempo a estas alturas del juego. Quince años más tarde, era mejor dejar enterrado ciertos aspectos de su pasado que amenazaban de herirle muy fuerte.
—Pero oye, ¿qué es eso de los Umi no... shishuku?
—Es Shisoku. Y así le llaman a ésto, a mi condición —dijo, señalándose a sí mismo—. soy un hijo del océano, una bestia concebida entre sal y agua, y blablabla. Sólo una historia bonita tras lo que parece ser una extraña mutación genética que sólo ocurre cada cien años y que atribuye al afectado ciertas capacidades sobrehumanas. Somos más fuertes, más resistentes, más duraderos en batalla. O bueno, soy, porque no hay en oonindo otro como yo.
Es por eso que él era un arma, así como lo era Ayame por su bijuu.
—]Qué, ¿realmente te creías eso de que soy hijo de un tritón y una sirena?
—Pero oye, ¿qué es eso de los Umi no... shishuku?
—Es Shisoku. Y así le llaman a ésto, a mi condición —dijo, señalándose a sí mismo—. soy un hijo del océano, una bestia concebida entre sal y agua, y blablabla. Sólo una historia bonita tras lo que parece ser una extraña mutación genética que sólo ocurre cada cien años y que atribuye al afectado ciertas capacidades sobrehumanas. Somos más fuertes, más resistentes, más duraderos en batalla. O bueno, soy, porque no hay en oonindo otro como yo.
Es por eso que él era un arma, así como lo era Ayame por su bijuu.
—]Qué, ¿realmente te creías eso de que soy hijo de un tritón y una sirena?