30/05/2018, 14:49
(Última modificación: 30/05/2018, 14:50 por Inuzuka Nabi.)
Los tres osos pequeños estaban más que fuera de combate, estaban ya con el Dios Panda comiendo bambú sagrado en el reino de los cielos. Sin embargo, el oso grande estaba vivo, más vivo que nunca, en pleno acceso de ira.
Volvió a rugir para girarse a encarar a Daigo, que parecía dispuesto a ser la primera victima del animal. Ignoró a Juro, que trabajaba arduamente por quitarse el cadáver peludo y sangriento de encima, e ignoró a Jin, que no se atrevía a poner demasiado ímpetu en quitarse al oso de encima por miedo a llamar la atención del mayor.
El panda clavó sus ojos inyectados en sangre en el shinobi, evaluándolo. Tras unos segundos, Daigo se daría cuenta de que no le estaba mirando a él, estaba mirando por encima de su hombre, detrás suyo. Ni Juro ni Jin estaban mirando así que era imposible que le advirtieran del enorme peligro que corría.
Al menos esta vez no salió volando ni rodó, aunque tal vez lo hubiera preferido. Sintió una fuerza arrolladora que le tiró al suelo de cara y después, inevitablemente, el mismo ser que lo había arrollado, lo atropelló.
Una panda se lanzó sobre el panda grande. Ambos podían llegar sin problema a los tres metros si se ponían erguidos, sin embargo, la panda recién llegada se había tirado encima del otro panda y ahora ambos estaban en el suelo en una pelea un tanto deplorable. A pesar de tener las ansias de aniquilarse, no tenían la ferocidad ni las herramientas que pudieran tener unos verdaderos depredadores.
Poco le importaba eso a Jin, que ahora luchaba desesperadamente por salir de donde estaba, que era justo al lado de la pareja de pandas gigantes intentando destruirse. Consiguió sacar una pierna, pero la otra no parecía ceder.
Volvió a rugir para girarse a encarar a Daigo, que parecía dispuesto a ser la primera victima del animal. Ignoró a Juro, que trabajaba arduamente por quitarse el cadáver peludo y sangriento de encima, e ignoró a Jin, que no se atrevía a poner demasiado ímpetu en quitarse al oso de encima por miedo a llamar la atención del mayor.
El panda clavó sus ojos inyectados en sangre en el shinobi, evaluándolo. Tras unos segundos, Daigo se daría cuenta de que no le estaba mirando a él, estaba mirando por encima de su hombre, detrás suyo. Ni Juro ni Jin estaban mirando así que era imposible que le advirtieran del enorme peligro que corría.
Al menos esta vez no salió volando ni rodó, aunque tal vez lo hubiera preferido. Sintió una fuerza arrolladora que le tiró al suelo de cara y después, inevitablemente, el mismo ser que lo había arrollado, lo atropelló.
Una panda se lanzó sobre el panda grande. Ambos podían llegar sin problema a los tres metros si se ponían erguidos, sin embargo, la panda recién llegada se había tirado encima del otro panda y ahora ambos estaban en el suelo en una pelea un tanto deplorable. A pesar de tener las ansias de aniquilarse, no tenían la ferocidad ni las herramientas que pudieran tener unos verdaderos depredadores.
Poco le importaba eso a Jin, que ahora luchaba desesperadamente por salir de donde estaba, que era justo al lado de la pareja de pandas gigantes intentando destruirse. Consiguió sacar una pierna, pero la otra no parecía ceder.