31/05/2018, 15:09
«¿Solo esto?», pensó, decepcionado. Aunque, ¿qué esperaba hallar? No era más que un recoveco, no había espacio para mucho más. Pero, entonces, ¿qué hacía Makoto cuando le interrumpió? ¿Acaso simplemente iba a coger la espada, temeroso de que fuese a necesitarla? «A veces la respuesta más sencilla es la correcta», se recordó. Los más eruditos lo llamaban la navaja de Okham.
Tenía sentido. El noble acababa de ver a Iekatsu y tendría miedo de que fuesen a por él. El primer instinto de cualquiera sería el de buscar algo con lo que defenderse. Pero, ¿qué había sido esa voz? Y, ahora que se fijaba, esa katana no era propia de un guerrero o samurái… Era más bien…
Un ninjatō. Una espada ninja. Frunció el ceño, confuso. ¿Acaso…?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos. Ruidos procedentes del pasillo. ¿Alguien se acercaba? «Mejor no averiguarlo», dijo para sí. Su trabajo ya estaba hecho. Se concentró un instante y se dejó ir, desapareciendo en una nube de humo blanca.
Datsue se detuvo de pronto. Como un sueño lúcido del que acabas de despertarte, los recuerdos inundaron su mente como un tsunami. Las dudas. El asesinato. La sangre. La risa…
…una risa que se encargó rápidamente de esconder en un rincón de su mente, difícil de encontrar hasta para él. Entonces llegó el descubrimiento del ninjatō. La posibilidad de que aquel hombre, por raro y descabellado que pudiese parecer, tuviese conocimientos de shinobi.
Miró a su Hermano, y, con voz lúgubre, sentenció:
—Está hecho.
Tenía sentido. El noble acababa de ver a Iekatsu y tendría miedo de que fuesen a por él. El primer instinto de cualquiera sería el de buscar algo con lo que defenderse. Pero, ¿qué había sido esa voz? Y, ahora que se fijaba, esa katana no era propia de un guerrero o samurái… Era más bien…
Un ninjatō. Una espada ninja. Frunció el ceño, confuso. ¿Acaso…?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos. Ruidos procedentes del pasillo. ¿Alguien se acercaba? «Mejor no averiguarlo», dijo para sí. Su trabajo ya estaba hecho. Se concentró un instante y se dejó ir, desapareciendo en una nube de humo blanca.
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Datsue se detuvo de pronto. Como un sueño lúcido del que acabas de despertarte, los recuerdos inundaron su mente como un tsunami. Las dudas. El asesinato. La sangre. La risa…
…una risa que se encargó rápidamente de esconder en un rincón de su mente, difícil de encontrar hasta para él. Entonces llegó el descubrimiento del ninjatō. La posibilidad de que aquel hombre, por raro y descabellado que pudiese parecer, tuviese conocimientos de shinobi.
Miró a su Hermano, y, con voz lúgubre, sentenció:
—Está hecho.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado