1/06/2018, 17:54
—. Y no, mis coletas no eran monas y no he crecido tanto, solo ha pasado un año.
— Pero un año muy largo, con sus tresciento y pico días. En verdad sigues siendo igual de mona, pero esas coletas te daban un plus. El moño me despierta un sentimiento paternal que no soy capaz de explicar.
Sin embargo, al doblar la esquina estábamos en una calle fácilmente reconocible como la calle de Eri. Ni siquiera sabía como se llamaba la calle, para mi era la calle de Eri y punto, y ningún cartel ni ningún cartero me iba a convencer de que esa calle tuviese otro nombre.
— Pues ya estamos.
Y no se me ocurrió nada más que decir, me llevé el helado a la boca para disimular, pero no me quedaba nada más que un palo de madera cutre típico de los helados de hielo. Andamos hasta la puerta de su casa sin que tuviese ni puñetera idea de qué decir.
— Pues se ha quedado buena noche.
— Pero un año muy largo, con sus tresciento y pico días. En verdad sigues siendo igual de mona, pero esas coletas te daban un plus. El moño me despierta un sentimiento paternal que no soy capaz de explicar.
Sin embargo, al doblar la esquina estábamos en una calle fácilmente reconocible como la calle de Eri. Ni siquiera sabía como se llamaba la calle, para mi era la calle de Eri y punto, y ningún cartel ni ningún cartero me iba a convencer de que esa calle tuviese otro nombre.
— Pues ya estamos.
Y no se me ocurrió nada más que decir, me llevé el helado a la boca para disimular, pero no me quedaba nada más que un palo de madera cutre típico de los helados de hielo. Andamos hasta la puerta de su casa sin que tuviese ni puñetera idea de qué decir.
— Pues se ha quedado buena noche.
—Nabi—