3/06/2018, 17:10
(Última modificación: 3/06/2018, 17:10 por Amedama Daruu.)
Su interlocutor recorrió con la mirada la sala de entrenamiento como si estuviera buscando algún instrumento con el que golpear a Daruu en la cabeza.
—Es curioso. Ayame también me ha estado pidiendo ayuda con el Genjutsu en las últimas semanas —dijo entonces, rodeándole, no sin cierto tonito que buscaba molestar a Daruu. No lo consiguió, no obstante le sorprendió saber que la chica también estaba entrenando con su padre. Aquello le alegró: por culpa de haber tenido malas relaciones con él había llegado a fugarse de casa—. Ella ya sabe que puedo llegar a ser bastante exigente, y pese a su escasa fuerza de voluntad ha demostrado que puede ser terca como una mula. No se ha rendido, pese a que no he tenido ningún tipo de compasión con ella y he castigado su mente hasta la extenuación. ¿Pero qué hay de ti, Amedama? ¿Serás capaz de soportarlo?
Daruu se giró buscando de nuevo su mirada y se la sostuvo sin apenas reparos. Sí. Ya había visto lo duro que podía ser Zetsuo. Ya lo había soportado todos los días, durante al menos un mes. Y además...
—Si no me sintiese capaz, tú y yo no estaríamos aquí hablando —respondió.
—Es curioso. Ayame también me ha estado pidiendo ayuda con el Genjutsu en las últimas semanas —dijo entonces, rodeándole, no sin cierto tonito que buscaba molestar a Daruu. No lo consiguió, no obstante le sorprendió saber que la chica también estaba entrenando con su padre. Aquello le alegró: por culpa de haber tenido malas relaciones con él había llegado a fugarse de casa—. Ella ya sabe que puedo llegar a ser bastante exigente, y pese a su escasa fuerza de voluntad ha demostrado que puede ser terca como una mula. No se ha rendido, pese a que no he tenido ningún tipo de compasión con ella y he castigado su mente hasta la extenuación. ¿Pero qué hay de ti, Amedama? ¿Serás capaz de soportarlo?
Daruu se giró buscando de nuevo su mirada y se la sostuvo sin apenas reparos. Sí. Ya había visto lo duro que podía ser Zetsuo. Ya lo había soportado todos los días, durante al menos un mes. Y además...
—Si no me sintiese capaz, tú y yo no estaríamos aquí hablando —respondió.