4/06/2018, 16:47
«La madre que me parió…»
No hacía falta ser muy avispado para entrever que algo malo iba a suceder. Aquello no era, desde luego, normal. El supuesto mausoleo no era más que tierra calcinada y piedra derruida, tristes vestigios de lo que antaño había sido a buen seguro un gran castillo. Iekatsu, como si estuviese dentro de una ilusión y viese otra cosa, le pareció de lo más normal.
Ahora que lo pensaba, que estuviese dentro de una ilusión no era tan descabellado. ¿Cómo se explicaba, sino, que llamase a aquello un mausoleo apropiado? ¿Cómo podía creer a Tome cuando aseguraba que había traído paz y prosperidad a sus tierras? ¿Es que no había visto el grupo de pobres con el que horas atrás se habían cruzado? ¿Qué broma de mal gusto era aquella?
Entonces el señor sacó una especie de gema, y Datsue supo en aquel momento, por la reacción de Tome, que era importante. Muy importante. Un susurro del viento les chivó que no estaban solos. Datsue miró a su alrededor. Se distinguían sombras moviéndose entre la penumbra.
Como su mente era incapaz de entender todavía lo que estaba sucediendo, dejó que su instinto actuase por él. Formó un sello, y un clon apareció a su lado. El Kage Bunshin no Jutsu se precipitó hacia Iekatsu, alzando una mano como si quisiese interponer una especie de barrera entre el señor feudal y la dama.
—¡Iekatsu-sama, esto es una trampa! —Si de algo estaba seguro, es que habían caído en una jodida emboscada.
El Datsue real, mientras tanto, no permaneció ocioso. Liberó un kunai y un sello sonoro de sus manos, al que pegó un hilo shinobi. Entonces, lo lanzó al cielo, lo más lejos que pudo, en dirección al camino por el que habían venido. El hilo se iría desenrollando y, al llegar a su tope, despegaría el sello sonoro, liberando un potente chirrido. ¿Su objetivo? Alertar a los cuatro robustos soldados que habían dejado atrás. Con suerte, oirían la explosión e irían a ayudarles.
Para otorgarles una nueva pista visual, tiró una hikaridama al cielo, para acto seguido lanzar un senbon hacia la bomba de papel y detonarlo. Había aprendido aquel de Daruu, en su combate en el torneo, tiempo atrás. Esperaba que le funcionase.
No hacía falta ser muy avispado para entrever que algo malo iba a suceder. Aquello no era, desde luego, normal. El supuesto mausoleo no era más que tierra calcinada y piedra derruida, tristes vestigios de lo que antaño había sido a buen seguro un gran castillo. Iekatsu, como si estuviese dentro de una ilusión y viese otra cosa, le pareció de lo más normal.
Ahora que lo pensaba, que estuviese dentro de una ilusión no era tan descabellado. ¿Cómo se explicaba, sino, que llamase a aquello un mausoleo apropiado? ¿Cómo podía creer a Tome cuando aseguraba que había traído paz y prosperidad a sus tierras? ¿Es que no había visto el grupo de pobres con el que horas atrás se habían cruzado? ¿Qué broma de mal gusto era aquella?
Entonces el señor sacó una especie de gema, y Datsue supo en aquel momento, por la reacción de Tome, que era importante. Muy importante. Un susurro del viento les chivó que no estaban solos. Datsue miró a su alrededor. Se distinguían sombras moviéndose entre la penumbra.
Como su mente era incapaz de entender todavía lo que estaba sucediendo, dejó que su instinto actuase por él. Formó un sello, y un clon apareció a su lado. El Kage Bunshin no Jutsu se precipitó hacia Iekatsu, alzando una mano como si quisiese interponer una especie de barrera entre el señor feudal y la dama.
—¡Iekatsu-sama, esto es una trampa! —Si de algo estaba seguro, es que habían caído en una jodida emboscada.
El Datsue real, mientras tanto, no permaneció ocioso. Liberó un kunai y un sello sonoro de sus manos, al que pegó un hilo shinobi. Entonces, lo lanzó al cielo, lo más lejos que pudo, en dirección al camino por el que habían venido. El hilo se iría desenrollando y, al llegar a su tope, despegaría el sello sonoro, liberando un potente chirrido. ¿Su objetivo? Alertar a los cuatro robustos soldados que habían dejado atrás. Con suerte, oirían la explosión e irían a ayudarles.
Para otorgarles una nueva pista visual, tiró una hikaridama al cielo, para acto seguido lanzar un senbon hacia la bomba de papel y detonarlo. Había aprendido aquel de Daruu, en su combate en el torneo, tiempo atrás. Esperaba que le funcionase.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado