5/06/2018, 15:48
Karma oyó pasos al otro lado de la puerta, detenidos al sonido de un grito de protesta —le pareció que procedente de un niño—. Silencio. Más pasos… Y finalmente una mujer de muy baja estatura —tan baja que medía lo mismo que la propia Karma—, le abrió la puerta.
Tenía los cabellos negros y cortos, y vestía con la indumentaria reglamentaria de una jōnin, con la bandana anudada al brazo derecho. Era de ojos castaños y sonrisa afable.
—Buenos días —saludó, cortés—. ¿Eres la kunoichi que solicité, por un casual?
Tenía los cabellos negros y cortos, y vestía con la indumentaria reglamentaria de una jōnin, con la bandana anudada al brazo derecho. Era de ojos castaños y sonrisa afable.
—Buenos días —saludó, cortés—. ¿Eres la kunoichi que solicité, por un casual?