5/06/2018, 20:11
Aguardó, paciente. Protestas al otro lado de la puerta, un hecho que la joven no quiso tomarse como un mal presagio pero le resultó imposible. «Que sea un niño tranquilo, que sea un niño tranquilo...», repitió en la privacidad de su fuero interno una y otra vez, como si se tratase de una letanía.
Se abrió la puerta y Karma quedó cara a cara con quien supuso que debía de ser la cliente.
—Buenos días —retornó el saludo, reverenciándola—. Efectivamente, soy yo. Mi nombre es Kojima Karma, un placer. ¿Es usted Eshima Yoshikawa-san?
Se abrió la puerta y Karma quedó cara a cara con quien supuso que debía de ser la cliente.
—Buenos días —retornó el saludo, reverenciándola—. Efectivamente, soy yo. Mi nombre es Kojima Karma, un placer. ¿Es usted Eshima Yoshikawa-san?