11/06/2018, 20:59
La kunoichi cometió un flagrante error de protocolo tan pronto abrió la boca, pero no cayó en la cuenta de ello. Para su fortuna, la jōnin no se sintió ofendida por esto, si no que se apiadó de la ignorante muchachilla. A pesar de ser considerada inteligente entre sus profesores de la academia y sus instructores de medicina —en concordancia con su edad, bajo rango y escasa experiencia, por supuesto—, Karma era víctima del despiste de vez en cuando, como cualquier otro ser humano.
—Es un placer —indicó con una media reverencia.
Acto seguido se internó en la vivienda, siguiendo las instrucciones de Eshima. Había llegado el momento de conocer a la "piedra angular" de aquella misión.
Primero llegó el genkan. Era habitual que uno se descalzase; no era de buena educación pisar el hogar ajeno con calzado utilizado en el exterior. Sin embargo tampoco estaba bien visto hacerlo con los pies desnudos o con calcetines, y Karma caería en la primera categoría si se libraba de sus sandalias. A vista de que su anfitriona no le había ofrecido uwabaki para el interior, Karma se limitó a entrar con estas puestas, exponiéndose a cometer una segunda brecha de etiqueta en apenas diez minutos.
La fémina le echó un rápido vistazo a sus alrededores según la guiaban a lo largo del pasillo. Así pues, las dos mujeres entraron en el que, sin lugar alguno a duda, era el salón. La kunoichi captó el jardín, la cocina, pero sobretodo se percató de la televisión. No conocía la película que estaban emitiendo; era más de libros. Aunque quizás reconocería el nombre del héroe protagonista si supiera que la obra trataba sobre él, dado su gusto por la historia.
—Ringo —Karma entrelazó ambas manos y las dejó reposando sobre su kit médico, a la espalda—. Ven a presentarte.
Le sorprendió que el chico del que se iba a ocupar debía de tener una edad similar a la de ella misma. Observó sus facciones con orbes plagados de curiosidad. Ringo no parecía demasiado contento con la situación, a juzgar por su actitud y escueto saludo. «Esto no empieza bien... Lo sabía. ¿Por qué siempre tengo tan mala suerte?».
—Hola, Ringo-san. Mi nombre es Kojima Karma —se presentó, una vez más, y de nuevo arqueó el torso y la cabeza hacia abajo como signo de respeto.
«Esto va a ser MUY extraño, ¡podría ser uno de mis compañeros de academia, pero tengo que hacerle de canguro! Esperaba un niño más joven. Aunque quizás esto sea mejor, puede que Ringo no quiera a una "hermana mayor" hasta que su madre vuelva de la misión, pero probablemente sea menos problemático que un chiquillo», se dijo, esperanzándose.