13/06/2018, 13:20
(Última modificación: 13/06/2018, 13:21 por Aotsuki Ayame.)
Su pie dio con el pecho de su oponente, pero casi fue como intentar golpear una roca. Kaido ni siquiera se molestó en licuar su cuerpo con la técnica de la hidratación como había hecho ella, en su lugar Ayame pudo sentir su fuerza y la potencia de sus músculos cuando apenas pudo moverle del sitio. Cuando apenas se inmutó por el golpe.
«¡Es demasiado fuerte!»
Definitivamente, no había sido buena idea enfrentar al Tiburón cuerpo a cuerpo.
Y antes de que pudiera hacer nada para reaccionar, Ayame vio su pierna atrapada por una de sus manazas y terminó cayendo sobre la plataforma cuando su cuerpo fue propulsado y su otra pierna perdió el contacto con el suelo. El impacto de su espalda contra el cemento le cortó la respiración momentáneamente. Pero Kaido no estaba dispuesto a darle un respiro y ya se abalanzaba sobre ella con su monstruoso brazo hipertrofiado hasta el extremo para aplastarla con la fuerza de un titán liberado.
«¡NO!»
—¡¡Gōsuiwan!!
Ayame juntó las manos en el pecho en el sello del pájaro. En aquella posición, en el suelo, era imposible esquivar un impacto así. ¡No tenía tiempo! Por eso reunió el chakra en sus cuerdas vocales y chilló con todas sus fuerzas. Su voz, amplificada con su propia energía, debería resultar para rechazar a su oponente y, de paso, brindarle una valiosa oportunidad al acuchillar sus tímpanos y afectar a su oído interno. Y no estaba dispuesta a perderla. Por eso, sin llegar a levantarse del todo, clavó la rodilla en la plataforma, carraspeando ligeramente para aliviar la molestia de su garganta. Para entonces sus manos ya se habían juntado en un nuevo sello.
«¡Suiton: Teppōdama!»
Inspiró y de sus labios brotó una esfera de agua concentrada que, como una bala de cañón, se abalanzó sobre el cuerpo de su oponente para estallar contra él.
«¡Es demasiado fuerte!»
Definitivamente, no había sido buena idea enfrentar al Tiburón cuerpo a cuerpo.
Y antes de que pudiera hacer nada para reaccionar, Ayame vio su pierna atrapada por una de sus manazas y terminó cayendo sobre la plataforma cuando su cuerpo fue propulsado y su otra pierna perdió el contacto con el suelo. El impacto de su espalda contra el cemento le cortó la respiración momentáneamente. Pero Kaido no estaba dispuesto a darle un respiro y ya se abalanzaba sobre ella con su monstruoso brazo hipertrofiado hasta el extremo para aplastarla con la fuerza de un titán liberado.
«¡NO!»
—¡¡Gōsuiwan!!
Ayame juntó las manos en el pecho en el sello del pájaro. En aquella posición, en el suelo, era imposible esquivar un impacto así. ¡No tenía tiempo! Por eso reunió el chakra en sus cuerdas vocales y chilló con todas sus fuerzas. Su voz, amplificada con su propia energía, debería resultar para rechazar a su oponente y, de paso, brindarle una valiosa oportunidad al acuchillar sus tímpanos y afectar a su oído interno. Y no estaba dispuesta a perderla. Por eso, sin llegar a levantarse del todo, clavó la rodilla en la plataforma, carraspeando ligeramente para aliviar la molestia de su garganta. Para entonces sus manos ya se habían juntado en un nuevo sello.
«¡Suiton: Teppōdama!»
Inspiró y de sus labios brotó una esfera de agua concentrada que, como una bala de cañón, se abalanzó sobre el cuerpo de su oponente para estallar contra él.